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Puente Viejo de Orthez |
Parajes boscosos, municipios fortificados, leyendas y un río, el Béarn, que baña todo el entorno. Entrando en Francia desde España por el túnel de Somport y prosiguiendo alrededor de un centenar de kilómetros, se desemboca en el coqueto remanso del Béarn para zambullirse en su fructífera historia, en particular la que representan cuatro de sus municipios: Orthez, Sauveterre, Navarrenx y Salies. Geográficamente forman un singular cuadrado.
Como cada población con siglos de avatares,
Orthez, la ciudad más populosa de la zona, cuenta con un personaje que resalta y cuya biografía va unida a la de su localidad. En este caso se trata de Gastón VII de Moncada, bajo cuyos auspicios construyeron el denominado Puente Viejo, que data del siglo XIII y que, como principal peculiaridad además de su antigüedad, destaca su torreón. El otro gran emblema local lo constituye el castillo (también de la época de Gastón VII), o, más bien, sus restos, principalmente la
torre de Moncada e, igual de imponente, el foso, sobre todo por su diseño inexpugnable. Localidad para transitar por sus puentes (desde el nuevo se aprecia mejor el viejo que transitando por este último) y para contemplar el Béarn.
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Torre de Moncada (Orthez) |
Aunque para esa observación tranquila resulta igual de práctica
Sauveterre, a una veintena de kilómetros (más o menos la distancia que separa a cada uno de estos municipios de los otros). Y cuenta con varias atalayas singulares. Por un lado, el bautizado como Puente de la Leyenda, obra igualmente de nuestro prolífico personaje anterior, Gastón VII. ¿En qué consiste esta leyenda? Data de 1170. En aquel año la reina Sancie fue sometida al conocido como Juicio de Dios. Es decir, la lanzaban al río atada de pies y manos y, si sobrevivía, demostraba su inocencia. Si se ahogaba -lo más lógico- se confirmaba la acusación de sus enemigos, en este caso de asesinato.
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Torre de Monréal junto a iglesia de San Pedro (Sauveterre) |
La historia concluye bien para la reina. Flotó y se deslizó hacia la orilla. Superó el juicio ante la aclamación de los 3.000 vecinos congregados. Para recordarla existen los restos bastante elocuentes del puente -el original fue destruido posteriormente por una crecida del río-. La casa fortificada, la puerta de Lester, el antiguo arsenal, la iglesia de San Pedro o la imponente torre de Monréal -denominada así por el apellido de la familia que, en el siglo XIX, asumió su reconstrucción- suponen otros hitos de su pasado histórico que se recorren en un tranquilo paseo por este municipio,