Etiquetas

domingo, 28 de agosto de 2016

Descubriendo Osuna y visitando Antequera y Écija

Calle de San Pedro, en Osuna
Recorrer Osuna ayuda a comprender la magnitud de la influencia de una familia nobiliaria, en este caso de unos duques, en la arquitectura y la estructura viaria de una población. La enorme colegiata que se erige en la cima de esta población andaluza constituye buena prueba de la inversión de los duques de Osuna. Más sorprendente resulta cuando se recorre en una visita guiada y se descubre que bajo su retablo construyeron una segunda iglesia, privada en este caso, destinada a servir de oratorio por el alma de los Osuna. E incluso bajo el citado oratorio -en una especie de segundo sótano- se halla la cripta familiar, con enterramientos muy recientes.

Y, junto a la colegiata orquestada por Juan Téllez de Girón (el más renombrado de los duques de Osuna) y en la que lucen cinco cuadros de Ribera y destacadas piezas de orfebrería, ejerce de vigía el complejo de las escuelas universitarias, también auspiciado por el citado ducado y, en la actualidad, con 1.300 alumnos en sus diferentes grados. Entre los emblemáticos colegiata y universidad se encuentra el antiguo corral de la sopa, que servía para ofrecer alojamiento y manutención a 30 alumnos de clase humilde. Hoy ejerce de elegante hospedería en la que disfrutar de magníficas vistas.


Colegiata de Osuna
El palacio del Marqués de Gomera, el conjunto de la calle de San Pedro con sus ilustres casonas y palacetes, la iglesia de la Encarnación o la del convento de la Concepción (con sus religiosas elaborando los denominados bizcochos marroquíes) suponen otras muestras de la belleza de este municipio de alrededor de 20.000 habitantes ubicado en la provincia de Sevilla y casi limitando con las de Málaga y Córdoba. Enclave estratégico, por tanto, como apreciaron los duques de Osuna cuando les concedieron el citado ducado.

Necrópolis abandonada
En contraste con las edificaciones antes citadas en este municipio de sinuosas calles, resalta el abandono de la necrópolis tardorromana. Difícil encontrarla y, una vez en ella, triste contemplar las botellas y los plásticos que ahora ocupan los nichos, coronados con extensas telas de araña. Todo ello en una senda no asfaltada, junto a un desguace de vehículos. Un entorno desértico y casi intransitable. Penoso que el vestigio más antiguo de la localidad repose en ese estado de desatención.


Estepa, Écija, Antequera y Montoro

Balconada de 60 metros en Écija
Desde Osuna puede visitarse, a alrededor de una veintena de kilómetros, Estepa, tierra de polvorones. Gira en torno al cerro de San Cristóbal, donde despuntan la torre del homenaje, el monasterio o el torreón almohade. Otra opción, Écija, más populosa con sus 40.000 habitantes y tan tórrida en verano como las anteriores localidades. Su balconada de 60 metros o el claustro del palacio de justicia, además de sus numerosas iglesias y su museo etnológico, constituyen algunos de sus alicientes, Los panes denominados molletes tienen un apartado singular en su oferta gastronómica.

Una de las múltiples rocas multiformes de El Torcal 
Otra opción de excursión: la monumental Antequera, ubicada a unos 80 kilómetros de Osuna, con su alcazaba, los restos de termas romanas, las murallas medievales, la colegiata, el museo de la Diputación, la iglesia del Carmen y, desde luego, sus célebres dólmenes diseminados en varias localizaciones. El principal grupo se ubica a 700 metros del centro histórico. Y unos 15 kilómetros (incluidos los tres de la ascensión al parque natural) se encuentra su flamante El Torcal, patrimonio ya de la humanidad con sus singulares rocas poliformes. Algo más alejada, Montoro, con el meandro del Guadalquivir, la Casa de las Conchas, el puente del siglo XV o el artesonado de su casa consistorial.

No hay comentarios:

Publicar un comentario