Puente Viejo de Orthez |
Parajes boscosos, municipios fortificados, leyendas y un río, el Béarn, que baña todo el entorno. Entrando en Francia desde España por el túnel de Somport y prosiguiendo alrededor de un centenar de kilómetros, se desemboca en el coqueto remanso del Béarn para zambullirse en su fructífera historia, en particular la que representan cuatro de sus municipios: Orthez, Sauveterre, Navarrenx y Salies. Geográficamente forman un singular cuadrado.
Como cada población con siglos de avatares, Orthez, la ciudad más populosa de la zona, cuenta con un personaje que resalta y cuya biografía va unida a la de su localidad. En este caso se trata de Gastón VII de Moncada, bajo cuyos auspicios construyeron el denominado Puente Viejo, que data del siglo XIII y que, como principal peculiaridad además de su antigüedad, destaca su torreón. El otro gran emblema local lo constituye el castillo (también de la época de Gastón VII), o, más bien, sus restos, principalmente la torre de Moncada e, igual de imponente, el foso, sobre todo por su diseño inexpugnable. Localidad para transitar por sus puentes (desde el nuevo se aprecia mejor el viejo que transitando por este último) y para contemplar el Béarn.
Torre de Moncada (Orthez) |
Torre de Monréal junto a iglesia de San Pedro (Sauveterre) |
La historia concluye bien para la reina. Flotó y se deslizó hacia la orilla. Superó el juicio ante la aclamación de los 3.000 vecinos congregados. Para recordarla existen los restos bastante elocuentes del puente -el original fue destruido posteriormente por una crecida del río-. La casa fortificada, la puerta de Lester, el antiguo arsenal, la iglesia de San Pedro o la imponente torre de Monréal -denominada así por el apellido de la familia que, en el siglo XIX, asumió su reconstrucción- suponen otros hitos de su pasado histórico que se recorren en un tranquilo paseo por este municipio,
Puente de la Leyenda (Sauveterre) |
Los alrededor de 11.000 peregrinos del Camino de Santiago que transitan cada año por este municipio (algunos de ellos se alojan en el curioso Relais du Jacquet) pueden callejear por sus tres calles centrales y, además de contemplar sus vestigios históricos, también se fijan fácilmente en los comercios. En su puerta aparece un caricatura del rostro del propietario profiriendo una frase sobre la especialidad que ofrece para atraer al hipotético cliente. Localidad agradable con sus terrazas para saborear el ambiente histórico. Por supuesto, con el río Béarn, que todo lo recorre.
Y como cuarto municipio de esta ruta pirenáica francesa emerge Salies, cuyo nombre, como puede suponerse, proviene de la pujanza de la sal en el pasado económico de la población. Sus calles peatonales, con su puentes floridos, casonas (la Maison Bourg entre ellas) o la fontaine du sanglier, bien merecen un tranquilo paseo. Como alojamiento posible, la chambre d´hôtes Les Renards, Y, a una distancia accesible, la renombrada playa de Hossegor
El río Béarn acuna un señorial remanso de paz y de historia en el Pirineo francés (crónica publica en www.20minutos.es)
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