“Si necesitas localizarme, llama al …”. Este mensaje,
finalizado con un número de teléfono móvil que aquí omito, se encontró un
bombero de la ciudad de València al realizar un servicio en estos tórridos días
estivales. Advertido por un vecino de una fuga de agua en un edificio céntrico,
una unidad de policía y un camión de bomberos se desplazaron hasta el lugar.
Las visibles humedades en las viviendas colindantes confirmaban el hecho.
Además del líquido cristalino que se desprendía por el balcón.
Desde el piso lateral, el bombero saltó a la terraza del que
se hallaba inundado. Penetró en él, cerró la llave del agua y, en la mesa
principal del céntrico comedor, se topó con una nota en la que se hallaba la
frase que inicia este artículo. Una agente de policía local también presente en
la vivienda vecina telefoneó al número indicado y, efectivamente, descolgó la
propietaria. Así, con celeridad, consiguió contactar con la afectada y que
esta, una vez recuperada del susto, se desplazara desde su residencia estival
hasta la ciudad para calibrar la magnitud del daño.
“No suele ocurrir”. Repetía el bombero respecto al mensaje,
sorprendido de que hubiera sido tan fácil localizar a la propietaria. El daño
ya estaba hecho y sufrido; no obstante, esa simple acción preventiva, la de
colocar un papel con el teléfono en un lugar visible, permitió a la dueña del
inmueble disponer de la información y desplazarse para proceder a recoger el
agua que inundaba su vivienda y, de este modo, evitar que siguiera deteriorando
su mobiliario y enseres.
“Nunca se me hubiera ocurrido. Normalmente piensas que te
entrarán a robar, no que serán agentes de policía o bomberos quienes penetrarán
en tu casa ante un daño que se produzca”, comentaba un vecino al enterarse de
la historia y, sobre todo, del papel que se había encontrado el bombero.
Haciendo cábalas respecto a esa medida de precaución, los
profesionales de las fuerzas de seguridad locales que redactaron el acta de
este servicio subrayaban que el mensaje no podía ir destinado a una persona
cercana, ya que en este caso dispondría de antemano del número de teléfono de
la propietaria, pues el que aparecía escrito era el de su móvil y no el fijo de
algún recóndito lugar o de un hotel. Había sido una acción para prevenir, un
“por si acaso” tan simple como práctico. Que, además, funcionó, porque,
efectivamente, necesitaron localizarla.
Y con esta llamada, concluyó el servicio. Ahora queda
solucionar el resto: todos los desperfectos causados en vivienda propia y
ajenas. Eso requerirá mucho más tiempo y trámites que una breve conversación
telefónica. También recuerda que, en
ausencia de la vivienda, mejor dejar cerrada el agua.
Artículo que me publicó el diario Levante-EMV el pasado martes 21 de agosto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario