Etiquetas

viernes, 30 de agosto de 2019

Por el norte pirenaico de Huesca



Río Cinca a su paso por Labuerda

En ruta hacia el norte de la provincia de Huesca, en dirección a la extensa zona pirenaica que abraza municipios del renombre de San Juan de la Peña, Jaca o Aínsa, aunque sobre todo nos centraremos en la comarca de Sobrarbe.
Hacemos escala, como presumible anticipo de la belleza natural y monumental que nos espera, en Anonte, uno de los municipios que entra en ese club que se presupone de los pueblos más bonitos de España, ya que así se califican. En este caso, la decepción resulta mayúscula. Para empezar, te obligan a aparcar en un recinto habilitado que cuesta dos euros y que se pagan en un cajero situado en la oficina de turismo (a unos cien metros), que solamente te permite abonar el dinero en monedas y que no devuelve cambio. Por tanto, si no tienes dos euros sueltos la barrera no se levanta para que salgas.
En la misma oficina muestran todo tipo de carteles en los que, sin reparo alguno, consideran que los visitantes van a contaminar y ensuciar y les instan con contundencia a no hacerlo. Quizás sea el método más eficaz. En cualquier caso, no el más cordial. Por último, el pueblo tiene muy poco que ver a parte de una iglesia románica como tantas otras (por suerte) de Aragón y dos calles más cuidadas que el resto.

Después, los dos restaurantes locales ofrecen el menú al mismo precio, 18 euros en domingo. Y del castillo, que se sitúa sobre el reducido casco urbano, prácticamente queda una fachada. Las traspasas y no resta nada por ver. No vale la pena dejar la autovía para enredarse en este municipio, a años luz en belleza de otros aragoneses englobados en ese club de Pueblos Más Bonitos de España, como Albarracín, Roda de Isábena o Alquézar.
Ruta por el Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido
Desde Anento reemprendemos el viaje hasta nuestro recorrido final: Labuerda, el pequeño municipio donde nos alojamos, situado a 4,6 kilómetros de Aínsa y del que destaca una iglesia del siglo XVI-XVII, aunque esto no resulta noticioso en una comarca, la del Sobrarbe, donde abundan los templos centenarios, y que conserva alguno incluso milenario.
Dolmen de Tella
Al día siguiente enfilamos la ruta hacia el Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido. En concreto nos dirigimos a su lateral este, por encima de Bielsa. Llegamos hasta el final de la carretera, que concluye en el parador y, poco antes, en un aparcamiento habilitado de obligatorio reposo del vehículo (está prohibido en la carretera) a tres euros por coche.

Desde allí caminos hacia Llanos de la Larri aunque siempre, desde la oficina de información, siguiendo la senda que indica Marboré, como nos indicó Jaime, el propietario del hotel donde nos alojamos y buen conocedor de la zona. Transitamos por el Valle de Pineta y, montaña a través y siempre en ascenso por una orografía cada vez más escarpada, llegamos a un tramo de cascadas de la Larri. Luego, regreso al aparcamiento. Más o menos una hora y media de paseo. Atravesamos un riachuelo saltando de piedra en piedra para llegar hasta el parador y disfrutar de un refresco desde su espléndido mirador.

viernes, 23 de agosto de 2019

Por el mar Adriático, con incursiones en el Jónico y en el Egeo: de Venecia a Atenas y Montenegro


Este recorrido empieza y acaba en Venecia, por lo que dejaremos la célebre ciudad de los canales para el final. Antes, y como aperitivo, unas palabras sobre la cercana Treviso, con un aeropuerto que sirve de receptor de viajeros a Venecia.

Tras un paseo de unos 40 minutos desde nuestro coqueto hotel cercano al aeropuerto, nos plantamos en el centro de la ciudad para, en primer lugar, disfrutar de uno de sus afamados (en general, de toda Italia) helados. Paseamos junto a un canal (tiene esa similitud, aunque a reducida escala hídrica, con Venecia) y seguimos por la epicéntrica Piazza dei Signori, con la enorme pizzería del Pino que ocupa buena parte de su extensión.
Entramos en el duomo, con elevadas columnas exteriores y un estilo que recuerda a San Pedro, en el Vaticano, aunque mucho más reciente y menos monumental. Treviso da para un recorrido de un par de horas por el casco histórico, comprobar la escasez de papeleras o contemplar la corriente que arrastra el río Sile. Con unos 84.000 habitantes, una alargada muralla delimitada el casco histórico, aunque a veces queda difuminada entre edificios más recientes.

Bari

Ya por el mar Adriático, y después de la salida desde Venecia, nos plantamos en Bari, en la parte superior del tacón de la bota a la que se suele asimilar la silueta de Italia. Recorremos la denominada calle de la pasta, donde robustas mujeres siguen confeccionando este producto alimenticio tan italiano y vendiéndolo en la puerta de sus hogares. La más célebre en Bari la constituye la que tiene forma de oreja, la llamada orecchiette, típica de la zona de Apulia.
Calle de la pasta, en Bari

Visitamos la basílica de San Nicolás, con los restos del santo transportados hasta allí en el siglo XI por marineros de Bari. También deambulamos por la catedral en honor a San Sabino, muy cerca del castillo, con su enorme foso. En general, los enclaves más atractivos del centro histórico se hallan bastante cerca. Allí también empieza el espigado paseo marítimo.