Esta escapada va de relajación y de visitas concentradas en
el término municipal mallorquín de Capdepera, en el extremo este de la isla, y
sus alrededores. No obstante, cuando las temperaturas incitan a acercarse al
mar y a remojarse, la belleza de las calas de la isla deja por detrás el resto
de sus encantos. Así ocurre, por muy injusto que resulte.
Camino a Cala Rajada |
Y de este modo sucedió en estos estertores tardíos del verano en pleno otoño debido al tiempo estival fuera de temporada del que hemos disfrutado. En cualquier caso, el viaje dio para todo un poco. Por ejemplo, para andar junto a la orilla entre Sa Font de sa Cala y Cala Rajada, dos de los espacios más emblemáticos de este extenso municipio.
Se trata de caminar unos diez minutos por la carretera
principal hacia Capdepera, y una vez se llega hasta el desvío hacia Cala
Rajada, enfilarlo. Desde ahí, ya junto a la costa, se discurre por una agradable
senda marinera por Punta des Carregador, Cala Pedruscada y se aparece en Son
Moll. Desde ese lugar el paseo marítimo conduce ya hasta la bulliciosa Cala
Rajada. Son unos 45 minutos de tránsito agradable con cierta emoción porque no
tiene excesivas señales y hay que bajar por una misteriosa escalera en la
citada Punta des Carregador.
Si descontamos las playas, el objetivo turístico estrella y
principal atractivo monumental lo constituye la fortaleza triangular de
Capdepedera, con su torre cuadrangular que data de la dominación musulmana y
que sirvió de hito para construir la fortificación cristiana.
Dentro, en sus tiempos de uso defensivo, había una cincuentena de viviendas, la casa del gobernador y la capilla de la Virgen de la Esperanza, a quien le atribuyen diferentes actuaciones salvadoras. Esta fortificación destaca por su mantenimiento y rehabilitación en la isla, y por sus vistas, por supuesto.
Desde aquí nos desplazamos al faro con la intención de
contempla la panorámica de Menorca, ya que se trata del punto más próximo a la
cercana isla también balear. Después de ascender por una sinuosa carretera, nos
topamos con la desagradable sorpresa de que resulta imposible acceder al citado
faro por la valla que lo circunvala y que está cerrada totalmente, que no se
puede atravesar y situarse en el extremo farero. No hay panorámica que
contemplar.
Vale la pena retornar y sumirse en el buen ambiente del chiringuito de Sa Font de sa cala, de los de música con evocaciones caribeñas, pescadito frito, mojitos sabrosones, servicio atento y perfecta perspectiva del Mediterráneo. En días de posverano resulta más que satisfactorio echar la tarde en un agradable chiringuito. Por la noche hacemos una visita rápida a la vida nocturna de Cala Rajada, con su animación y con una feria gastronómica de octubre.
Aunque no se halla en Capdepera, la academia de tenis de Rafa Nadal supone un reclamo balear indiscutible. Tampoco se encuentra lejos. Su ubicación está en el linde de Manacor, a la salida de la ciudad. Las instalaciones son de libre tránsito excepto el museo, que cuesta 16 euros la entrada.
Básícamente las citadas instalaciones están configuradas por
pistas rápidas o de tierra batida, un par de tiendas, un gimnasio con spa, un
club social, un restaurante y una cafetería con excelentes vistas. Todo muy
bien montado y organizado.
Castillo de Capdepera |
¡Y de allí hasta Artà apenas existe una distancia que se recorre en 15 minutos en coche. En esta localidad sorprende sobre todo su santuario amurallado, también de la época de Jaume I, como el castillo de Capdepera, del primer tercio del siglo XIII. Se puede subir en coche hasta la cima, aunque si se prefiere a pie puede ascenderse por una larga escalinata.
El santuario de El Salvador, junto con el restaurante
vecino, se halla perimetrado por una muralla que puede recorrerse totalmente,
al contrario de lo que ocurre en el castillo de Capdepera.
Continúa el bochorno de otoño estival. El día anima a piscina, playa y chiringuito. Y qué mejor lugar para aprovechar el buen tiempo que Mallorca. Aparcamos las dosificadas visitas para sumergirnos de nuevo en el Mediterráneo.
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