Me llega un mensaje mientras espero en la plaza de Los Luceros de Alicante. Cata me comenta que está a cuatro minutos. Yo llevo ya diez esperando por mi bisoñez en estas lides y mi usual afán de puntualidad. Él aparece seis antes de las 17 horas, momento previsto de la partida.
Me saluda cordial. "Ya que has llegado el primero, sube de copiloto", me indica afablemente. Con su porte musculoso y rondando la treintena, señala hacia una chica de unos 25 años que se aproxima y la identifica como otra de las viajeras. "Debe de ser María José", anticipa con acierto.
Casi a la par se acerca Carlos -el cuarto ocupante del vehículo- con su bolsa de viaje y el pelo castaño alborotado. Ya estamos todos listos para salir hacia Valencia en el Mercedes Coupé gris metalizado de Cata. Impoluto por fuera y por dentro. Digno de un Super Driver, como lo califica Blablacar, la web que agrupa pasajeros y conductores de vehículos privados. 170 viajes compartidos ha dirigido -no solo conducido- Cata.
Y demuestra su experiencia y don de gentes con una guía perfecta de la conversación. No hay pausa. Cada cual saca a relucir su experiencia laboral y aquel detalle más que vaya considerando conveniente a lo largo del recorrido. Con mayor naturalidad a medida que avanzan los minutos. Fluyendo. María José lo hace más a cuentagotas, sin mucha animación aunque sí con una simpática ironía cada vez que interviene.
Carlos se me adelanta con acierto en mi habitual rol preguntón. Lanza una batería completa de interrogantes a Cata sobre su experiencia en la Guardia Civil -ejerce su labor en el aeropuerto de Manises-. Aunque ahora este pasajero de origen alicantino trabaja en una empresa en la comarca de l´Horta Sud, aspira a hacerlo en la Benemérita en el futuro.
De este modo transcurren las dos horas de recorrido hasta Valencia -María José baja en Silla, unos kilómetros antes-, envueltos una tertulia amena en la que cada cual aporta aquello que cree, como si de una cena de alimentos compartidos se tratara, y todo el mundo parece sentirse cómodo.
Por mi parte, me pongo al día, gracias a su experiencia, de cómo funciona Blablacar, de labores concretas de la Guardia Civil e incluso de detalles de Rumanía que intercambian Cata -de ascendencia rumana- y Carlos -con un año trabajado en Bucarest dedicado a comercio exterior-.
Nos despedimos con la misma cordialidad con la que nos conocimos. Y con una crítica posterior recíproca en la plataforma digital que nos ha unido-aquí se valoran todos-, que confirma las positivas sensaciones de viaje.
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