20 minutos (20-7-2011). Página 2 edición Comunidad Valenciana |
Empezó sembrando tomates en su terraza. Así consiguió una
autonomía tomatera que le animó a expandir su cultivo urbano con un limonero y
un cerezo. Mantuvo la racha y amplió su suministro. Como su precoz jubilación
le permitía disponer de tiempo y ese atisbo de curiosidad agrícola se había
transformado en pasión, arrendó un pequeño huerto.
Patatas, cebollas, alcachofas y producción autóctona como
cardo o hinojo comenzaron a brotar. Su despensa estaba repleta. Decidió
compartir producción y, de paso, obtener unos ingresos. Llegó a un acuerdo con
un familiar que reside en una casona de un barrio castizo de la capital.
Ahora pasa las tórridas tardes meciéndose en un cómodo
reposadero, rodeado de cajas con sus elaboraciones. Disfruta de una plenitud
existencial vendiendo sus artículos pero, sobre todo, departiendo con vecinos y
transeúntes. Ya pensionista, ha redescubierto su vida.