20 minutos CV. Página 2- 28-09-2011 |
El oficio de buhonero, que parecía haberse extinguido en la
última mitad del siglo pasado, ha resurgido. Su figura, lejos de corresponder
al prototipo de hombre español, de edad más o menos avanzada y cargado con un pesado
y desgastado fardo, se ha metamorfoseado.
Ahora contemplamos a decenas de convecinos, de diversas
nacionalidades, que hurgan en los contenedores callejeros y depositan aquello
que seleccionan en un carro de supermercado hurtado o en la cesta implantada en
su bicicleta. Escarban en vertederos a cualquier hora del día. A veces incluso
generando una pequeña pero llamativa cola de colegas de oficio.
Son los buhoneros del presente, personas que buscan objetos
que sus conciudadanos han desechado por supuestamente inservibles. Luego los
revenden. Quizás alguno de los que los observa se sienta como el sabio del
poema de Calderón de la Barca, que se lamentaba asegurando que no existía nadie
más mísero que él. Hasta que se giró y se percató de que otro sabio recogía sus
restos.