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martes, 20 de septiembre de 2011

Sobre el periodismo en USA


“Si me das un canal de televisión no necesitaremos una revolución”. Esta frase, proferida por Amini Baraka, poeta y crítico musical estadounidense, se convirtió en uno de los lemas del movimiento por la igualdad de los afroamericanos en USA. También puede reflejar con meridiana claridad la importancia que le otorgan los habitantes de este país a los medios de comunicación en general y a la televisión en particular.
En Estados Unidos el denominado ciudadano medio ansía disponer de información. Tanto que los clásicos telediarios con tertulia incorporada, la cobertura de los temas de actualidad y la proliferación de conexiones ocupan con total naturalidad las franjas horarias de máxima audiencia, esas que en España parecen destinadas únicamente a concursos, programas de chismorreos, series y fútbol.
En los días previos al 2 de agosto, cuando Estados Unidos de América se enfrentaba a una posible paralización del país por la falta de acuerdo en el Congreso para aumentar el techo de la deuda, cualquier canal que conectaras, daba igual la hora, abordaba este tema con todo lujo de detalles. Además, las comparecencias del presidente Obama llegaron a ser incluso diarias en las últimas jornadas.
Fachada del diario The Washington Post, en la capital de USA
En España la situación, en cuestiones como el desempleo, resulta mucho más dramática, pero no nos topamos con continuos debates sobre cómo afrontar la situación, qué opina el presidente del Gobierno o qué piensan hacer los agentes sociales. Queda para el telediario, el resto del tiempo optamos por programas más evasivos.
En todo caso, que se produzca mayor cobertura televisiva no quiere decir que ésta resulte de más calidad. Existe un exceso de protagonismo y de personalismo por parte de muchos presentadores, que tratan de aportar su nota distintiva con bromas, gesticulaciones excesivas o sermones fuera de lugar. No ciñéndose al rigor. Por lo menos para mi gusto.
La necesidad de información se observa también en la proliferación de prensa en castellano. En Washington, el eje político del país, abunda, sobre todo en formato gratuito y disponible en los dispensadores callejeros. Podemos encontrar desde medios con un perfil más serio, como el Washington Hispanic, hasta otros que mezclan cuestiones políticas que afectan a su clientela en USA (la ´green card´) con el inevitable y destacado seguimiento de la maltrecha relación entre Marc Anthony y Jennifer López. Me refiero a ElTiempo Latino, una publicación de The Washington Post.
Compiten, por ejemplo, con un semanal como El Pregonero, dirigido por Rafael Berrocal y editado directamente por la iglesia católica. La información religiosa y social abunda en sus páginas. Ese tinte social también lo aplica El Diario, medio de pago de cierto prestigio en Nueva York que compite en esta ciudad, por ejemplo, con El Especialito, un semanario con ediciones propias para El Bronx, Brooklyn, El Barrio, Lower East Side, West Side, Washington Heights y Jackson Heights.

La firma del periodista
Son solo algunas pinceladas. La situación de los medios de comunicación en USA resulta un tema demasiado exhaustivo como para abordarlo en profundidad en esta escueta columna y sin una pormenorizada investigación previa. No obstante, sí que quería compartir alguna observación, como las anteriores. También destacar que el periodista por sí mismo, la firma, tiene cada vez más valor, por encima en muchos casos del medio en el que trabaja el profesional. Ahí está el inequívoco ejemplo de Oprah Winfrey. La tendencia va a más y no únicamente en USA. Por eso todos nos hemos de esmerar en revalorizar nuestro trabajo que es, al fin y al cabo, nuestra impronta, el rastro que dejamos y la cosecha que sembramos.


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