Comparto el esqueleto del capítulo en mi cuaderno de bitácora digital, aunque, como escribo en el párrafo anterior, tanto ´Gabinete de comunicación institucional y transparencia´como las aportaciones del resto de autores pueden descargarse pinchando este enlace.
Gabinete de
comunicación institucional y transparencia
El gabinete
de comunicación institucional resulta fundamental para ayudar a la conversación
del político, del responsable público, con los ciudadanos. Para aplicar la máxima de Thomas Jefferson de
que “cuando alguien asume un cargo público debe considerarse a sí mismo como
propiedad pública”.
Como
subrayo, para llevar a la práctica esta premisa con la máxima fidelidad y
aplicar la máxima transparencia
posible en la gestión pública resulta fundamental la labor del gabinete de
comunicación institucional. ¿Cómo desarrolla esa transparencia? De muy diversas
formas. Uno de los métodos más directos consiste en gestionar las redes sociales de la institución,
incluso hasta el perfil público de ese político en coordinación con él.
Lo hará, en
ambos casos de perfiles y en especial en este último –el del político-, con
interacción, no limitándose a decir que “he participado en este acto o vengo de
tal otro que estaba abarrotado para escucharme”.
No pasa nada
por que un político que dirige una institución se ponga a la altura del
ciudadano y retuitee o marque como
favorito un tuit en el que le aluden. Y mucho menos por contestar a una crítica
argumentada y transmitida con educación. En esa gestión de la comunicación, por
la falta de tiempo del político y por la capacidad de asesoramiento del
gabinete, tendrá una función primordial ese gabinete institucional.
Para que exista
transparencia, sencillez e interacción, el político ha de estar donde los
ciudadanos y a su misma altura. Escucharlos, y no únicamente como altivo espectador,
y responder a sus propuestas y peticiones por esas mismas redes sociales, que
constituyen activos foros de comunicación. El gabinete de su institución
facilitará esa práctica y gestionará esa interacción.
La
comunicación institucional ha de recoger el sentir del ciudadano y no limitarse
a emitir información aséptica de la institución. Debe producirse una
interacción. Además de redes, otra forma eficaz consistiría en que los propios
gabinetes reenviaran enlaces con la información que publican a los colectivos a
los que les afecta.
Si hablan de
ayudas sociales, que traten de remitir por correo electrónico el enlace de la
nota difundida sobre servicios sociales. O sobre el concierto de Navidad organizado. Que exista una interacción con el
ciudadano. Insisto, que no se produzca
el distanciamiento que en la actualidad marca la relación con el
responsable público.
Por
supuesto, esa base documental ha de quedar, con el tiempo, accesible a los ciudadanos.
Previsiblemente con una pestaña en la página web desde la que se pueda acceder
tanto al comunicado como a fotos de un acto compartido e incluso a un informe
que pueda haber presentado el político de turno en la reunión con una
determinada asociación.
Esa web institucional debe ser de acceso fácil
y muy intuitivo, con contenido sencillo de encontrar y comprender. Igualmente
con posibilidad de realizar comentarios que reciban su correspondiente
respuesta.
En toda esa
gestión de la información de la página digital tiene una tarea importante que
desempeñar el periodista.
Por otra
parte, en algunos municipios se llega hasta el punto de que el gabinete de un
ayuntamiento ejerce, a la vez, de gabinete
de comunicación de algunas entidades locales que acuden al citado
ayuntamiento a pedir ayuda en esta materia. Que envía un comunicado de un acto
de la asociación de amas de casa o de la Cofradía del Cristo, por poner
ejemplos palpables.
Existe una
asimilación de tareas que pueden contribuir a aumentar la identificación entre
vecinos e institución gracias a esa labor compartida del gabinete de
comunicación. En todo caso, esta práctica, para que resulte efectiva, ha de
tener una regulación. Y el gabinete, unos mínimos recursos de personal y medios
materiales para afrontarla.
Ese mismo
gabinete ha de velar por evitar que
el responsable público que dirige su
institución eluda preguntas de los
periodistas, o promueva simulacros de ruedas de prensa en las que no admite
esas preguntas y se limita a lanzar un monólogo de autocomplacencia.
La
transparencia pasa inequívocamente por responder al ciudadano. En este caso por
la intermediación de los periodistas. Guste o no la pregunta. Del mismo modo, el
gabinete fomentará las ruedas de prensa o las intervenciones públicas regulares
y ocasionales cuando haya cualquier tema que lo suscite. Si el político,
finalmente, se opone, será el único responsable de su opacidad.
El gabinete
de comunicación no está para esconder al político que gestiona el bien público.
Al contrario, su misión consiste en expandir su voz, en impulsar que explique
alto y claro su gestión. Y en que esta llegue a los ciudadanos.
El gabinete
de comunicación institucional resulta básico
para mejorar el servicio y el suministro de información al ciudadano. Se
convierte en la mirada y en la palabra del responsable público. En sus oídos
para captar lo que piensa la ciudadanía, porque coordina directamente esa
interacción y sabe cómo responde la audiencia en redes o en los correos que ha
remitido a asociaciones. Impulsa la cercanía del político y, sobre todo, la
transparencia.
El
periodista que dirige el gabinete, por su formación
e inquietud, tiene una especial sensibilidad para comunicar, para captar
tanto la gestión que realiza el responsable público como para percibir qué
reclama la sociedad. Puede ejercer de perfecto nexo entre ambos y puede remedar
al esclavo romano que en los triunfos, mientras sostenía una dorada corona de
laurel sobre la cabeza del emperador, le recordaba que era un ser mortal.
Si, además,
los emperadores romanos, cuando celebraban estos triunfos con entrada
victoriosa en Roma, debían aceptar que sus legionarios les dirigieran todo tipo
de improperios ese día como una parte de la celebración, los responsables públicos
han de, como mínimo, promover una interrelación con los ciudadanos. Y, desde
luego, una transparencia.
En
fomentarla desempeña una labor fundamental el gabinete de comunicación con
tareas como las que he descrito y que pasan por promover las intervenciones
ante los periodistas de los responsables públicos para explicar su gestión, interactuar en redes sociales con el
ciudadano, ejercer de intermediario con las entidades y particulares
gobernados remitiéndoles comunicados y enlaces de actos y reuniones compartidas,
o fomentando una página web de fácil acceso y comprensión.
El
gabinete de comunicación constituye, en definitiva, un protagonista fundamental de un gobierno abierto.
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