“Podría mejorar el ambiente frente a la desafección actual
de los ciudadanos hacia los partidos políticos”. Con estas palabras, Francisco
Llera, catedrático de Ciencia Política en la Universidad del País Vasco, anima a
rebajar la barrera electoral del cinco al tres por ciento para obtener
representación en el parlamento de La Rioja.
Su lógica podría trasladarse a la Comunidad Valenciana,
donde la desafección no resulta menor y el debate está más que abierto. De
hecho, el compromiso del Consell consiste en modificar la legislación
autonómica para acortar ese muro electoral. Compromís y Podemos quieren
agilizar la tramitación para que quede resuelta con la máxima celeridad en este
mandato.
PSPV secundará a su socio principal y al partido que apoya a
ambos en el gobierno, aunque sin tanta motivación. El PP se resiste y apela al
riesgo que supondría “para la gobernabilidad y estabilidad”. Lleva 20 años
ganando las elecciones autonómicas con el actual sistema. Un cambio conllevaría
a priori un incremento de la competencia, sobre todo por parte de pequeños
partidos que le pueden arañar ya no únicamente votos, sino también diputados.
Sí, porque existe una pléyade de medianas, reducidas y
diminutas formaciones que prácticamente hacen rogativas diarias para que esa
rebaja se produzca y que, además, se aplique en el ámbito provincial, no en la
suma autonómica. La clave radica en ese aspecto. Que a un partido le baste con
obtener el 3% en Alicante, Castellón o Valencia para conseguir representación
por esa provincia, o que se vea obligado a superar ese 3% en las tres
provincias para entrar en el Parlamento.
El requisito resulta muy diferente. Con un 3% provincial
formaciones valencianistas como Som Valencians o la confluencia de RePo, Unio i
Germania y algún otro ya podrían soñar con lograr diputado por su demarcación
provincial. No se trataría de una quimera, como en la actualidad con el 5%
autonómico. También Demòcrates, más asentado en la Marina de Alicante. O
formaciones que surgieran con fuerza en la Vega Baja, otra comarca alicantina
fructífera en partidos. O el CSD (Contigo Somos Democracia) de José Enrique
Aguar.
Además, aportarían su toque provincial y romperían ese
carácter aparentemente monolítico de Les Corts, donde las peculiaridades
castellonenses, alicantinas o valencianas, o incluso de comarcas de cualquiera
de las tres provincias, en demasiadas ocasiones no son abordadas con el énfasis
que a los ciudadanos de esos lugares les gustaría. O, ni mucho menos, con el
entusiasmo con que lo haría un partido localista.
Un 3% fomentaría la diversidad dentro de un parlamento que
resultaría más variopinto que nunca. Sí, quizás resultaría más difícil mandar,
porque el presidente de turno, en lugar de poner de acuerdo a tres partidos,
necesitaría sumar los votos de cinco o seis. Gajes de la democracia.
También, por otro lado, supondría una garantía para partidos
que ahora ostentan representación pero que, en caso de hecatombe electoral,
podrían dejar de tenerla si la barrera no cae al 3%. El Bloc, socio primigenio
de Compromís, lo ha sufrido en propias carnes. También la histórica Unión
Valenciana, cuya tumba empezó a cavarse al no lograr entrar en Les Corts en
1999. O Esquerra Unida, en hibernación extraparlamentaria por no llegar al 5%
en 2015.
Artículo que el pasado domingo me publicó Es diario Comunidad Valenciana
Puedes leerlo en Esdiario pinchando este enlace
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