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martes, 24 de octubre de 2017

El muro electoral del 3%

“Podría mejorar el ambiente frente a la desafección actual de los ciudadanos hacia los partidos políticos”. Con estas palabras, Francisco Llera, catedrático de Ciencia Política en la Universidad del País Vasco, anima a rebajar la barrera electoral del cinco al tres por ciento para obtener representación en el parlamento de La Rioja. 

Su lógica podría trasladarse a la Comunidad Valenciana, donde la desafección no resulta menor y el debate está más que abierto. De hecho, el compromiso del Consell consiste en modificar la legislación autonómica para acortar ese muro electoral. Compromís y Podemos quieren agilizar la tramitación para que quede resuelta con la máxima celeridad en este mandato.
PSPV secundará a su socio principal y al partido que apoya a ambos en el gobierno, aunque sin tanta motivación. El PP se resiste y apela al riesgo que supondría “para la gobernabilidad y estabilidad”. Lleva 20 años ganando las elecciones autonómicas con el actual sistema. Un cambio conllevaría a priori un incremento de la competencia, sobre todo por parte de pequeños partidos que le pueden arañar ya no únicamente votos, sino también diputados.
Sí, porque existe una pléyade de medianas, reducidas y diminutas formaciones que prácticamente hacen rogativas diarias para que esa rebaja se produzca y que, además, se aplique en el ámbito provincial, no en la suma autonómica. La clave radica en ese aspecto. Que a un partido le baste con obtener el 3% en Alicante, Castellón o Valencia para conseguir representación por esa provincia, o que se vea obligado a superar ese 3% en las tres provincias para entrar en el Parlamento.

El requisito resulta muy diferente. Con un 3% provincial formaciones valencianistas como Som Valencians o la confluencia de RePo, Unio i Germania y algún otro ya podrían soñar con lograr diputado por su demarcación provincial. No se trataría de una quimera, como en la actualidad con el 5% autonómico. También Demòcrates, más asentado en la Marina de Alicante. O formaciones que surgieran con fuerza en la Vega Baja, otra comarca alicantina fructífera en partidos. O el CSD (Contigo Somos Democracia) de José Enrique Aguar.
Además, aportarían su toque provincial y romperían ese carácter aparentemente monolítico de Les Corts, donde las peculiaridades castellonenses, alicantinas o valencianas, o incluso de comarcas de cualquiera de las tres provincias, en demasiadas ocasiones no son abordadas con el énfasis que a los ciudadanos de esos lugares les gustaría. O, ni mucho menos, con el entusiasmo con que lo haría un partido localista.
Un 3% fomentaría la diversidad dentro de un parlamento que resultaría más variopinto que nunca. Sí, quizás resultaría más difícil mandar, porque el presidente de turno, en lugar de poner de acuerdo a tres partidos, necesitaría sumar los votos de cinco o seis. Gajes de la democracia.

También, por otro lado, supondría una garantía para partidos que ahora ostentan representación pero que, en caso de hecatombe electoral, podrían dejar de tenerla si la barrera no cae al 3%. El Bloc, socio primigenio de Compromís, lo ha sufrido en propias carnes. También la histórica Unión Valenciana, cuya tumba empezó a cavarse al no lograr entrar en Les Corts en 1999. O Esquerra Unida, en hibernación extraparlamentaria por no llegar al 5% en 2015.

Artículo que el pasado domingo me publicó Es diario Comunidad Valenciana

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