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martes, 31 de octubre de 2017

Podem no puede (Es diario CV)

Podem, la filial autonómica valenciana de Podemos, trata de encontrar su propio hueco, de diferenciarse en el panorama autóctono. De separarse de la alargada sombra de Compromís, con quien incontables votantes del ámbito regional y periodistas del espectro nacional dan por asimilado tras su pacto para concurrir juntos a las elecciones generales. 

Después de despuntar como precursor de un ente radiotelevisivo y multimedia público y de perder ese liderazgo a manos de Compromís, escogió la bandera de la tasa turística como plan B para distanciarse del Gobierno actual. Promovió un debate que, para el ciudadano de a pie, poco ha calado. Ahora ha dado un paso más al frenar los presupuestos de 2018, ya cerrados por socialistas y compromisarios. Podem permite que gobiernen ambos, pero no quiere que lo confundan con ellos, sobre todo con los socialistas. Únicamente que lo definan como asociado en esa simbiosis denominada Acord del Botànic. Pero una cosa es querer y otra, poder.
Podemos, a nivel nacional, ha fijado un discurso de desgaste continuo del PSOE que en la Comunidad Valenciana no se percibe. O no sucedía hasta ahora. El senador Ferran Martínez trata de liderar la algarada antisocialista mientras el secretario general de Podem, el treintañero Antoni Estañ, persigue también su hueco, su protagonismo.

Si antes comentábamos que la sombra de Compromís resulta demasiado alargada para Podem, la de Antonio Montiel, ex secretario general de Podem y también primer portavoz en Les Corts, opaca la figura de Estañ. Montiel transmitía solvencia y la tranquilidad para PSPV y Compromís de que el acuerdo llegaría. Ahora los socialistas se desesperan porque no las tienen todas consigo. A pesar de la flema de su portavoz, Manolo Mata, siempre capaz de sacar una frase recurrente o un as negociador de una chistera que parece inagotable.
Por tanto, en Les Corts Podem quiere pero no puede. Ese espacio de izquierdas y de reivindicación social en el que se ha situado a nivel nacional lo tiene ocupado Compromís en el ámbito autonómico, que lo arrincona hacia la izquierda de la izquierda. No obstante, en ese extremo también tiene competidor: Esquerra Unida.
Si  esta formación –su matriz- parece entregada por Alberto Garzón a nivel nacional a Podemos, en la Comunidad Valenciana mantiene un perfil propio, con sus diputados provinciales y sus expectativas, como han revelado las últimas encuestas, de volver a Les Corts. De entrar EU sería, por lógica, a costa de Podem. Si logra cinco diputados, esos escaños los perderá el partido de Escañ. Sin contar con que PSPV o Compromís le resten alguno más.
Y para rematar el negruzco panorama que atisba, tampoco ha hilvanado una estructura local o provincial. Todavía no ha resuelto qué pasara con todas sus marcas locales. Ni tan siquiera con la más importante, València en Comú, que le ha proporcionado un diputado provincial cuya gestión apenas trasciende. Mientras, en la propia capital, a pesar de dirigir áreas como Juventud, Participación o Educación, la repercusión de sus figuras queda a años luz de la de los Grezzi, Fuset o Sandra Gómez. Su grado de conocimiento para la ciudadanía resulta mínimo. Viven de la marca. Y las marcas a veces suman y a veces restan. Depende de lo que transmitan sus líderes o de la consolidación del producto.

En definitiva, sin gestión ni referentes locales que ofrecer como ejemplo, con un PSPV fortalecido, con un titán político como Compromís y con una EU a la expectativa compitiendo por el electorado de izquierdas y con una agenda pública que no acaba de diferenciarse, el futuro de Podem se emborrona. O empieza a reaccionar haciendo algo más que rechazar los presupuestos de PSPV y Compromís o puede perder la mitad de sus huestes en las próximas elecciones.

Columna publicada en EsdiarioCV

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