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viernes, 16 de noviembre de 2018

Por la sierra jienense de Mágira y por Úbeda y Baeza

Castillo de Jaén
Viaje a Jaén y, como primera visita, la capital, con el mismo topónimo. La ciudad resulta complicada para aparcar y, al igual que en otras capitales de provincia, no queda más remedio que recurrir a aparcamientos subterráneos de pago. En nuestro caso lo hacemos en el de San Francisco, que desemboca en un concurrido mercado de productos perecederos. Muy cerca, la catedral, a la que se accede previo pago de cinco euros.
Visitamos los baños árabes, uno de sus lugares singulares por tratarse, según recalcan, de los más grandes y mejor conservados de España.
Vale la pena sumirse en ellos y, de paso, visitar las diferentes exposiciones expandidas por el palacio de Villalpando, en cuyo sótano están los citados vestigios de baños. Entre esas otras exposiciones, una de aperos para recoger aceitunas y otra de lavaderos antiguos.
Desde ahí penetramos en el antiguo barrio judío, hoy algo deteriorado, en el que despunta alguna iglesia con su claustro y el arco de San Lorenzo. Después, traslado a San Ildefonso, barriada llena de barecillos en sus calles peatonales.
Recuperamos el coches y subimos hasta el castillo. Sorprende que el aparcamiento esté lleno de señales explicando que únicamente está a disposición de huéspedes del parador, cuando el parador está cerrado y no lo reabren hasta 2020.
Resulta curioso el castillo, con un prisionero simulado que te cuenta cómo y cuándo fue capturado por el ejército de ocupación francesa. Su nombre, Don Pedro de l´Alcalde. Cuesta 3,5 euros la entrada, que te la suministra un amable taquillero. Te orienta, que no te guía, otro experto en la instalación.
Fuente de Mata Bejid
Ponemos rumbo a Huelma, en la sierra de Mágira, a donde llegamos ya anochecido y apenas nos da tiempo para visitar su monumental iglesia y a contemplar, desde bajo, el castillo iluminado sobre un peñasco. Un amplio parque indica el camino a su iglesia, que se caracteriza por sus gruesas columnatas.
 Luego, retorno al alojamiento propio, en Cambil, localidad conocida por sus nueve miradores. Emerge sobre una ensenada entre montañas por la que discurre un riachuelo. Los restos de dos castillos, que apenas se distinguen, ejercen de faros. El municipio tiene su propia mascota. Se llama Brachy y está esculpida su figura en un muro junto a la casa consistorial. Se trata de un arcosaurus.
Nos metemos de lleno en el parque de natural de Sierra Mágira y comenzamos por el sitio clásico: el centro de interpretación, desde donde nos remiten a la pintoresca aldea de Mata Bejid, con sus enormes casonas y las fuentes que sirven de nacimiento a un río.
Intentamos atravesar la sierra por el camino interior hacia Torres, pero aquello cada vez se complica más. Consiste en una pista forestal repleta de socavones y en la que desconocemos si nos toparemos con nieve -nos han advertido que quizás- o no. Aconsejados por un autóctono con quien nos cruzamos y que nos avisa que él no se adentraría sin tener un vehículo 4x4, desandamos el camino y vamos por la carretera.
Úbeda
Nos metemos en Bélmez por si vemos las famosas caras. Entre que no las encontramos, que hay que subir por empinadas cuestas urbanas y que nos cruzamos con unos habitantes que nos observan con una mezcla de curiosidad y antipatía (llamativa su mirada), preferimos marcharnos. Nos orientamos hacia Jódar para ver su castillo. Conseguimos aparcar, que no resulta tarea sencilla, y nos topamos con que la fortaleza cierra en noviembre y diciembre.
Aseguramos y nos desplazamos hacia la monumental Ubeda. Su imponente plaza de Vázquez de Molina siempre asombra. Recorremos la ciudad y nos tomamos unos pinchos en una soleada terraza. Muy interesante perderse por sus ancestrales y señoriales calles.
Retornamos a la base en Cambil con escala en Bedmar. Allí paseamos por algunas de sus sinuosas calles, contemplamos el exterior de su iglesia y ascendemos hasta el castillo, cuyo interior, destruido, está precintado. Y ya para rematar el viaje antes del retorno, parada en la otra gran ciudad monumental de Jaén, en Baeza, con recorrido urbano con su tren para turistas. Asi termina la experiencia jienense.

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