“¿Detrás de quién vas?” La miré al oír su interrogante. Estábamos situados apenas a un metro de distancia. Había oscurecido. Tras un par de segundos de duda, y al escuchar una respuesta a mi espalda, entendí que no me dirigía su pregunta. De cualquier modo, comprendí que perfectamente yo podría haber sido su destinatario.
Columna publicada en 20 minutos CV. 25-04-2012 |
Ambos nos hallábamos junto a la cola de recogida de alimentos de una parroquia. En mi caso miraba una información sobre cursos de atención a mayores colocada en el tablón de anuncios después de realizar una pequeña donación en la puerta contigua. Un hecho circunstancial. Ella buscaba posicionarse en aquella retahíla necesitada de humanidad.
Ni la vestimenta ni la nacionalidad nos diferenciaban. Escudriñé a quienes entraban por la puerta de donación de objetos y a quienes lo hacían por la de recogida. Comprobé que tampoco existía distinción aparente. Un pequeño traspiés, un error o la simple mala suerte puede llevarnos ante una puerta o ante otra.
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