Escuchaba, en una sesión, los comentarios de un especialista en el diseño de establecimientos. Comentaba los trucos sutiles para facilitar la compra. Por ejemplo, explicaba que el cliente masculino ha de encontrar siempre cada repertorio de ropa en el mismo sitio de su local habitual. Sin variar un ápice.
El experto recalcaba que cuando un varón acude a comprarse unos pantalones seguramente lo hace por necesidad, y posiblemente porque la prenda precedente ya se le ha roto. Por supuesto, buscará el mismo modelo para limitarse a sustituir uno por otro.
Me sentí definido a la perfección. Más si cabe cuando resaltó que “los hombres odian comprar. Por tanto, hemos de clasificar todo de la manera más simple y espartana posible”. ¿Tan previsibles somos? Quizás hablaría más de perezosos para algunas tareas y esforzados para otras.
Somos reiterativos para comprar ropa (tenerclase.com)
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