Puertomingalvo, en plena sierra de Gúdar turolense, conserva su impronta de municipio tranquilo y envuelto en una aureola del pasado. Hábil protección frente al presente. Con menos de 300 habitantes, vale la pena pasear por sus adoquinadas calles únicamente por escuchar alguna de las conversaciones de sus lugareños plagadas de expresiones y acentos dignos de grabar y reproducir unas cuantas veces. Chocan de plano con los tópicos habituales urbanitas.
Hasta esta población de Teruel se puede llegar desde Valencia en dirección a Castellón y desviándose por la carretera de l´Alcora para luego conducir hasta Lucena y desde allí a Puertomingalvo. También por la autovía Mudéjar con las alternativas de salir por Viver o aguantar hasta Mora de Rubielos.
Escaparate del horno de leña |
En esta población, además de recorrer las tres calles paralelas desde el pórtico de entrada y los restos del castillo hasta la zona nueva del asador, existe la posibilidad de adentrarse en un horno de leña (sin artificios) al que se llega tras descender por una escalera que, por el calor que desprende, parece que conduzca al mismo Hades.
Por supuesto, una de las opciones más usuales en este municipio de un añejo aroma que permite recrear mentalmente el Medievo consiste en comer en Casa Juan. Cantidad y calidad a precio bastante razonable en proporción. La especialidad: caldereta, con media langosta, cigala y ocho gambones. Como antesala, jamón y queso y otros platos de la casa.
Bronchales
Una de las clásicas fuentes de Bronchales |
Teruel se encuentra repleto de municipios con encanto más allá de algunos de los más reconocidos, como Albarracín, Rubielos de Mora o Mora de Rubielos. Con menos fama monumental pero sí más hídrica destaca Bronchales. Muchas fuentes (con su ya famosa y muy comercializada agua) y tiendas de jamón. Del casco urbano poco que decir. Buena comida en el hotel Suiza con habitaciones discretas y ambiente acogedor.
He aludido en este artículo únicamente a dos municipios dignos de visitar y contemplar. La provincia da para mucho más porque, desde luego, Teruel existe.
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