Una pausa para reflexionar. Es lo que tratamos de hacer en
los últimos días de cada año para analizar qué ha pasado durante sus 12 meses.
Digo que lo intentamos porque la vorágine que nos carcome cada jornada
consigue, en demasiadas ocasiones, evitarlo.
De este ejercicio, si nos atenemos a la faceta puramente
política, nos topamos con un sinfín de cuestiones que repasar en la Comunidad
Valenciana. Pocos años resultan tan movidos. Además del famoso juicio de los
trajes a Camps y Costa con el que concluimos 2011 nos hemos topado, y a veces
incluso tropezado, con todo tipo de acontecimientos.
Coincidencia electoral
Hemos vivido dos elecciones de suma importancia, una
coincidencia prácticamente inusual. El último domingo de mayo votamos en las
municipales y autonómicas. Comprobamos cómo el PSPV se hundía bajo la capitanía
de Alarte y que el PP arrasaba aunque, eso sí, con una ligera pérdida de votos.
EU y Compromís, por separado, entraban en las Cortes.
Y si aludimos al resultado de las locales, observamos cómo el
PP obtenía, por primera vez, mayoría absoluta en Gandia y Elche y cómo los
socialistas salvaban, en precario, su bastión de Benidorm aunque reconquistabanMislata.
Después de los comicios el presidente de la Generalitat,
Francisco Camps, configuró un gobierno totalmente modelado a su medida del que
excluyó a algunos ilustres y reconocidos consellers con pedigrí. Hablo de
Blasco, Rambla o Cervera. De poco lució a Camps, porque en julio dimitió tras
no admitir el pago de una multa como reconocimiento implícito de haber aceptado
los trajes. Y Alberto Fabra, con discreción, ascendió al máximo poder
autonómico. Desde allí va ensanchando su camino.
Resultado cantado el 20-N
Apenas recuperados nos saturó otro proceso electoral, en
este caso nacional. La precampaña empezó en un agitado agosto para concluir el
20 de noviembre con un resultado cantado: la avasalladora victoria de MarianoRajoy. La provincia de Valencia deparó una de las principales novedades al
otorgar representación hasta a cinco formaciones diferentes. Al nivel de la
misma y abigarrada Barcelona.
Acabamos de conocer la configuración de un nuevo gobierno
del que no forma parte valenciano alguno de nacimiento, por mucho que el nuevo
ministro de Asuntos Exteriores, García-Margallo, apele y defienda su
vinculación con Valencia.
Después de tanto ajetreo cerramos un año que hemos vivido
peligrosamente, atenazados por tanto vaivén político y susto económico.
Concluimos con la esperanza de que 2012 permita recuperar nuestro maltrecho
país y nos aporte tranquilidad para prosperar. Con la intención de que quede
atrás tanto sofoco que ha ido socavando nuestra confianza y la de esos famosos
e ignotos mercados que tantos varapalos nos dan.
Esta columna ha sido publicada en diariocriticocv.com. Puedes leerla en la web si pinchas este enlace
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