Mientras cubría la protesta que los trabajadores del
Ayuntamiento de Valencia llevaron a cabo, el pasado viernes día 13, contra las
drásticas y desorbitadas medidas aplicadas por el Gobierno, un turista
británico se me acercó. Como veía que andaba tomando fotografías con mi móvil,
supuso que estaría al tanto de lo que acontecía, por lo cual no dudó en
preguntarme al respecto.
“¿Qué ocurre?”, me interrogó. “Se trata de una concentración
contra los recortes que ha decretado el presidente español”, respondí. “Y, en
concreto, ¿cómo les afecta?”, continuó, bastante interesado. “Ha decidido subir
los impuestos y ha eliminado la paga extraordinaria de Navidad de los empleados
públicos”, expliqué, sucintamente.
Me miró extrañado y, con una lógica aplastante, dedujo en
voz alta. “Pero si les bajan el salario, ¿cómo van a poder pagar más impuestos?
No tiene sentido”, concluyó, ante lo cual, desde luego, asentí con firmeza.
“Tenéis un serio problema en España”, se marchó murmurando.
Escena que contemplaba el turista británico cuando le asaltó la duda |
Y eso que ni le relaté el lamentable aplauso con el que los
diputados del PP obsequiaron a su presidente mientras lanzaba, una a una, sus
iniciativas para empobrecer a la población. También desconocía el soez y
barriobajero comentario de la diputada Andrea Fabra, fuera dirigido a quien
fuera. De saber ambos detalles no quiero ni pensar ya la opinión que se hubiera
formado de la manera con la que Mariano Rajoy anda gobernando y saldando
España.
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