Atentos y preparados para intervenir. Los socorristas que
vigilan playas y piscinas desarrollan una labor de enorme responsabilidad. Sí,
puede parecer relajada durante gran parte del verano. Quizás durante todo, si
los bañistas a los que supervisan tienen suerte y no sufren desgracia alguna.
Pero la aparente distensión se termina de sopetón cuando realizan una
intervención. La vida de una o varias personas depende de su acierto en escasos
segundos. La mejor manera de facilitar su tarea consiste en seguir las directrices
que marcan. Aunque impliquen no saltar como nos gustaría en la piscina o no
adentrarnos en el mar un tórrido día de agosto.
Socorristas y camareros/cocineros se encaraman en verano al
liderazgo de profesionales más estresados. En el caso de los dos últimos, sobre
todo en zonas costeras. Las sudadas que se pegan corriendo de la barra a las
mesas y viceversa o cocinando no tienen precio.
Columna de opinión publicada en el diario 20 minutos
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