El juicio al ex presidente de la Generalitat, Francisco
Camps, y, sobre todo, la sentencia absolutoria que ha conllevado, nos ha
permitido observar su cara más humana y, a la vez, más pública. Parece una
incongruencia que después de ocho años de mandato, con todo lo que ello implica
y luce, sea ahora, cuando ya es un diputado de a pie, cuando lo estemos
conociendo en toda su dimensión.
Hemos contemplado cómo se enervaba, cómo se declaraba lector
de biografías de santos, cómo movía sus brazos más de lo habitual y cómo
estrechaba más que nunca la relación con el que fue su número dos, Ricardo
Costa. Por lo menos físicamente, ya que han estado un mes sentados silla con
silla.
Los dos han sido ´no culpables´. Foto actualidadnoticias.com |
Pero, ante todo, lo hemos escuchado. Hemos asistido, estupefactos,
a su capacidad para hacer declaraciones. Camps, que ha sido el inspirador del
lema ´Sin preguntas no hay cobertura´, ahora se prodiga en los medios de
comunicación respondiendo, con total naturalidad, a la pregunta que se tercie.
Como debería de haber hecho siempre, por otra parte, en su condición de persona
que ocupa un cargo público.
Conocemos, por sus palabras, y por los gestos de apoyo de
sus allegados, el sufrimiento que para él ha comportado todo el proceso.
También el orgullo que le ha reportado ejercer de presidente de la Generalitat.
Sabemos más de él en el último mes que lo que conocíamos en su etapa como
concejal, delegado del Gobierno o incluso presidente de la Generalitat.
Hemos ratificado cómo se crece ante las adversidades y cómo,
a su modo de ver, la prueba que ha superado ha resultado casi sobrehumana.
Supongo que los 641.300 valencianos sin empleo que arroja la última Encuesta de
Población Activa (EPA) opinan eso mismo de ellos.
Responsabilidad del paro
Por el fulgor que emana su rostro y por su alegría desbordante
parece que el propio Camps no sea consciente de que buena parte de la
responsabilidad de esa altísima tasa de paro, que sitúa a la Comunidad
Valenciana entra las diez regiones europeas que más sufren este drama, le
corresponde a él.
Ha ejercido de presidente para la bueno –el impulso
turístico de Valencia- y para lo malo –el hundimiento económico-. No trato de
amargarle la alegría. No obstante, sí que me gustaría que bajara de la nebulosa
de optimismo en la que vive para aportar soluciones a una crisis y a la
desesperación que viven miles de conciudadanos como resultado de su gestión.
Por tanto, felicidades por la ajustada absolución pero que
pise suelo y que se dé cuenta de que, aparte de su mundo y de su realidad,
existen millones paralelas no tan felices. En gran medida por haber perdido su
trabajo durante el mandato del propio Camps.