Etiquetas

lunes, 9 de enero de 2012

La paciencia se agota


El Gobierno valenciano ha sacado las tijeras del recorte presupuestario a pasear. Lo ha hecho incidiendo con especial contundencia en el denominado Capítulo 1, el que afecta al personal. Sin escrúpulos y, por lo que parece mirándolo desde la perspectiva de septiembre de 2011, sin demasiada planificación.
Total, que ha recortado los salarios del personal interino o descontándole horas (y, de manera paralela, sueldo) de su jornada laboral o eliminando de cuajo el pago de sus vacaciones, como ha decretado en Educación. Al conjunto de empleados de Sanidad les ha reducido hasta un 20 por ciento sus emolumentos al reducir a la mitad el complemento de carrera profesional. Estas, entre otras medidas depauperantes.

Sin admitir errores

El conseller Vela repasa
los recortes en la mesa general
La justificación a tanto recorte no se ha basado en admitir errores pasados. Ni en reconocer despilfarros mientras los valencianos andamos inmersos en una maraña informativa de juicios que abarcan desde los trajes de Camps, al derroche compartido y notorio en la empresa pública Emarsa o a los presuntos cobros de Urdangarín.
Los dos argumentos esgrimidos por el Consell de Fabra para cimentar sus recortes y subidas de impuestos han consistido en culpar a la escasa aceptación por parte de los mercados (esa nebulosa que domina nuestros destinos) de los bonos emitidos y a la financiación estatal incompleta, que no ha tenido en cuenta el crecimiento de población valenciana.

Pequeño sacrificio político

Después de limitarse, sin sonrojo alguno, a esas dos justificaciones, nuestros políticos regionales han anunciado un pequeño sacrificio por su parte. Para que todos comprendamos que se solidarizan con los recortes que ellos aplican a su libre albedrío, están dispuestos a renunciar a un porcentaje de su salario si no aciertan con el pronóstico de déficit de la Generalitat y les sube algún punto por encima de lo previsto.
Así lo anunció el nuevo conseller portavoz, José Císcar, para, acto seguido y también sin el más mínimo apuro, explicar que ese porcentaje puede ser del uno o dos por ciento. Por tanto, perderían ese mismo tanto por ciento de su salario. Migajas comparado con el 20 por ciento del personal sanitario.

Precipicio

Los responsables de la gestión pública están empujando hacia un precipicio a los ciudadanos. Cada día nos martillean con algún nuevo impuesto o recorte para jolgorio del Financial Times o de los burócratas alemanes. No obstante, todavía –y la paciencia se agota- esperamos esa ristra de medidas tan cacareadas para crear empleo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario