El científico español Severo Ochoa caracterizaba a los
sabios por su humildad y el respeto con el que escuchan los argumentos ajenos.
Quizás, de ser coetáneo suyo, hubiera personificado en el valenciano Manuel
Ardit el perfil de erudito. Historiador insaciable, falleció el pasado domingo
dejando una extensa y valiosa herencia cultural que abarca desde trabajos analíticos
de la Inquisición en Valencia hasta una investigación sobre el Marquesado de Llombai.
20 minutos CV. Pág. 2 (11-12-2013) |
Ardit Lucas ejercía de alumno aventajado de los sofistas
griegos. Su capacidad de aprender y de transmitir conocimiento abarcaba desde
la habilidad para rastrear el surco de una estrella en el firmamento hasta el
arte de extraer la más dulce melodía punteando una guitarra.
No obstante, por encima de tanta sapiencia, el que fuera
profesor del departamento de Historia Moderna de la Universidad de Valencia
deja un legado de humanidad que ha logrado impregnar a sus descendientes. Como
recordaba San Agustín, “el secreto de la inmortalidad consiste en vivir una
vida digna de ser recordada”. Así fue la de Manuel Ardit.
Columna publicada en el diario 20 minutos. Pincha este enlace para leer la edición completa (11-12-2013)
Un gran hombre
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