El deterioro de la imagen de nuestros políticos está
llegando a niveles insospechados. No importa a qué siglas representen. El
ciudadano de a pie tiende a relacionarlos mentalmente con corrupción, derroche,
prebendas y con otra serie de términos ya de por sí perniciosos pero que en épocas
de precariedad como la actual suenan casi a diabólicos.
Muchos, bastantes, sufren en silencio ese desprestigio
social a pesar de que ellos siempre han trabajado, o incluso dedicado una gran
parte de su tiempo de ocio, con honradez y con verdadera preocupación por sus
vecinos. Me refiero a miles de concejales de pequeñas, medianas o incluso
grandes localidades. También a quienes no han llegado a ocupar un cargo público
pero que, día a día y desde modestos partidos, tratan de realizar su aportación
a la sociedad.
F. Campos. Única imagen encontrada. Así es de modesto |
Francisco Campos constituye uno de los mejores ejemplos. Su
nombre adquiere actualidad porque el Ayuntamiento de Paterna le otorgó una de sus insignias de oro el pasado ocho de octubre. Lo hizo por unanimidad de todos
los grupos políticos y en un consistorio presidido por el PP. Hago esta última
alusión porque Campos ejerció durante varias legislaturas como edil del PSPV.
Además, el citado y ya jubilado ex concejal está pleno de satisfacción por esa
aprobación conjunta, ese reconocimiento comunitario, sin objeción ni mácula
alguna.
Paco Borruey. Foto de napicol |
Paco Campos, nacido en Paterna aunque residente ahora en
pleno centro de Valencia, destacó por su lealtad a su grupo político y, en
especial, al último alcalde socialista, el ya legendario Francisco Borruey, y
por su laboriosidad. Su predisposición para trabajar la ha enlazado siempre con
un carácter afable, bastante más que correcto, que le ha otorgado una merecida
aureola de persona conciliadora. Así dirigió la concejalía de Fiestas entre 1999
y 2003 y asentó el cohetódromo como alternativa a la recordà callejera con el
fin de evitar altercados y percances con los cohetes. Del mismo modo, también
contribuyó a la constitución de un símbolo de identidad local como es la
bandera.
Durante la última legislatura de Borruey (2003-2007),
marcada en parte por las luchas cainitas en el Partido Socialista y el ascenso
imparable desde la oposición del actual alcalde, Lorenzo Agustí, Campos
permaneció en el Consistorio como una figura aparentemente secundaria
(responsable de Protocolo) pero mucho más activa y cercana al primer edil que
la que ejercían bastantes concejales de los de su equipo de gobierno. Discreto
y cercano, el protagonista de esta columna constituyó uno de los báculos
fundamentales del ya fallecido alcalde en sus momentos de más pesar.
Jubilación
Ahora Campos disfruta de una merecida jubilación. La
aprovecha para dar largos paseos y para reflexionar sobre su vida. También para
participar en todas aquellas actividades de Paterna a las que le invitan.
Siempre con su carácter servicial y, a la vez, con un papel secundario, en la
sombra. En el rol de quien está cuando lo necesitan y de quien desaparece con
sigilo cuando sabe que ya no requieren de su presencia. Resulta la antítesis de
la lamentable imagen de político que fluye en el imaginario colectivo.
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