La presidenta de la Federación de
Asociaciones de Periodistas de España (FAPE), Elsa González, declaraba que el
autoempleo en el periodismo es una de las buenas noticias de este año. Desde
luego, constituye uno de los rasgos que definirán el ejercicio de la profesión
en los próximos tiempos. Las circunstancias obligan. Los 4.000 despidos
contabilizados oficialmente en 2012 –la cifra real posiblemente alcance el
doble- entre los técnicos de la información y el descenso de un siete por
ciento de la facturación en medios registrada en 2011 –la tendencia no decayó,
por desgracia, el pasado ejercicio- han obligado a reestructurar este oficio.
ABC CV. Página 49 (24-01-2013) |
La festividad que hoy celebramos, San
Francisco de Sales, patrón de periodistas y escritores, supone una perfecta
ocasión para detenernos a reflexionar. La tendencia ha variado. La salida
laboral de cualquiera de los casi 80.000 licenciados en Periodismo entre 1976 y
el pasado 2012 ya no pasa necesariamente por trabajar en un medio de
comunicación. El último informe de la Asociación de la Prensa de Madrid (APM) cita
un máximo de 24.600 puestos de trabajo disponibles en las empresas de este ámbito.
Por tanto, la proporción refleja más de tres periodistas por plaza.
La coyuntura general y la crisis
particular del sector han provocado nuevas dinámicas. En efecto, una de las más
recurrentes en quien no ceja en su empeño de ejercer la profesión para la que
se ha formado consiste en el autoempleo. La referida APM ya apunta a que hasta
un 13 por ciento de los periodistas trabaja por cuenta propia. El otro gran
nicho se centra en los gabinetes de comunicación, donde desarrolla su labor el
41 por ciento de los profesionales contratados.
El periodismo, oficio tan duro para quien
lo desarrolla como mitificado y desprestigiado, por antagónico que parezca,
popularmente, afronta el pantagruélico reto de su transformación. Lo hace
cimentado en el papel de pilar informativo de la sociedad que tanto medios en
general como periodistas en particular llevan a cabo. Sin ellos no habríamos
alcanzado las cotas de democracia actuales ni podríamos aspirar a superarlas.
Valorémoslo. La fiesta de San Francisco representa una jornada idónea para
hacerlo.
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