Colas de decenas de turistas esperan su turno, hastiados,
fuera de la diminuta oficina de información ubicada en la plaza del
Ayuntamiento de Valencia, junto a los puestos florales. Otros muchos se plantan
en céntricas esquinas de la ciudad para disertar, mapa en mano, dónde se halla su
destino. Mientras, el presidente de la Generalitat, Alberto Fabra, anuncia un
carné de turista.
Antes que buscar cómo atraer a más visitantes hace falta
atender con mayor hospitalidad a los que recibimos. En Helsinki, la capital
finlandesa, parejas de informadores acreditados y políglotas patrullan las
calles. Junto a la solapa de su camisa lucen insignias metálicas con las
banderas de aquellos países cuyos idiomas hablan. Cinco o seis. El turista
únicamente ha de preguntarles en la lengua en la que se sienta más cómodo y sin
necesidad de buscar oficina de turismo alguna. ¿Por qué no aplica Valencia este
práctico sistema? Para empezar evitaría la penosa impresión que generan esas
colas bajo el sol o la lluvia citadas en el inicio de este artículo.
Artículo publicado en el diario 20 minutos (01-10-2014).
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