Para las decenas de miles de vecinos que habitan en los aledaños de la avenida del Cid de Valencia, incluso en el limítrofe término de Mislata o en los barrios de la Luz y de Vicentica la Serrana, en Xirivella, las pasarelas peatonales formaban parte de su vida. Les permitían atravesar esta transitada vía urbana sin sufrir el menor riesgo de atropello y sin tener que depender de la sincronización de cualquier semáforo. Cruzaban cuando querían y al ritmo que su energía o su salud les posibilitaban. Esa seguridad ha terminado con la demolición de las citadas pasarelas. También su extinción ha duplicado el tiempo de espera de los conductores para entrar en la ciudad.
Desde hace meses estoy intentando saber por qué el concejal de Urbanismo, el socialista Vicent Sarrià, siempre desde su sigiloso silencio; y el edil de Movilidad, Giuseppe Grezzi, de Compromís, han unido esfuerzos para destinar casi medio millón de euros a demoler la media docena de pasarelas que atravesaban la entrada a Valencia desde la A-3 que nace en Madrid. Hasta ahora las únicas respuestas que he obtenido han consistido en afirmar que esos pasos de peatones se hallaban muy deteriorados y que resultaban de complicado acceso para personas mayores o con discapacidad.
Desde hace meses estoy intentando saber por qué el concejal de Urbanismo, el socialista Vicent Sarrià, siempre desde su sigiloso silencio; y el edil de Movilidad, Giuseppe Grezzi, de Compromís, han unido esfuerzos para destinar casi medio millón de euros a demoler la media docena de pasarelas que atravesaban la entrada a Valencia desde la A-3 que nace en Madrid. Hasta ahora las únicas respuestas que he obtenido han consistido en afirmar que esos pasos de peatones se hallaban muy deteriorados y que resultaban de complicado acceso para personas mayores o con discapacidad.