“Lo que más valoro ahora es no llevar corbata ni chaqueta”.
Me lo comentaba un político que, hasta hace un par de semanas, ocupaba un alto
cargo en el gobierno autonómico valenciano. Ufano, explicaba cómo disfruta
ahora de las pequeñas tareas que forman parte del día a día del ciudadano de a
pie. Un mes atrás, por las continuas reuniones y las prerrogativas que
conllevaba su cargo, parecían ajenas a su existencia.
En su caso no creo que sufra el trauma, o incluso la
depresión, que conlleva dejar de desempeñar un relevante puesto público. En
cambio, sí lo padecen muchos compañeros suyos cuando pasan del despacho y el
coche oficial a patear la calle con la calina estival. Sobre todo si no tienen
un oficio o una plaza vacante que les espere a su regreso. El carácter efímero
forma parte de la vida en general y, en particular, de la política. Tanto de la
´vieja´ como de la ´nueva´. Mejor no olvidarlo.
Columna publicada hoy en el diario 20 minutos
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