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lunes, 19 de agosto de 2024

Finlandia: de Helsinki a la región de los mil lagos (II)

Desde Helsinki nos dirigimos, previo paso por el hotel para recoger las maletas que tenemos depositadas en la clásica habitación junto a la recepción que todos habilitan para estos menesteres, en dirección norte. No demasiado, pero sí a unos 230 kilómetros hacia arriba del país, hasta la localidad de Jamsa.

Llueve, arrecia, solea, se nubla… así alternativa y repetidamente durante unas tres horas de carretera. Por el camino nos detenemos en un enorme centro comercial a comer junto a la ciudad de Lohti.

Y llegamos al complejo donde hemos alquilado una cabaña de madera, con su sauna incluida, por supuesto, detalle fundamental en este país que tiene tan inculcado el hábito de su uso y disfrute. Se halla el alojamiento en la denominada zona de los Mil Lagos.

No sé si habrá tantos, aunque sí que se suceden. No para bañarse los que vemos; más bien para engalanar la panorámica y salpimentar el entorno boscoso. Cena de salmón en el restaurante del complejo y a asentarnos en esta cabaña de escalera estrecha y empinada que separa la planta baja de comedor, baño y cocina del piso superior con las habitaciones.

Nueva jornada. En el paseo del atardecer observamos a un zorro que intercambia miradas poco amistosas con un ciervo. La relación no va más allá.

Eso será a última hora. Antes, el día nos ha dado para dormir más de lo que esperábamos en cabañas en las que, por descontado, no hay una sola persiana y, para nuestra desgracia, tampoco apenas cortinas que tapen la luz del día que se desparrama en este agosto a partir de las cinco de la mañana.

Paseo matutino por el entorno de Himos, un espacio de estaciones de esquí repleto de locales que hibernan en verano, porque pocos quedan abiertos. La mayoría de las cabañas, con sus curiosas -para nuestros hábitos mediterráneos- escaleras para trepar hasta la cúspide del triangular tejado, no están habitadas.

Nos tomamos el día para familiarizarnos con el entorno. Con ese fin volvemos a buscar otro supermercado en la cercana ciudad de Jamsa, la que nos sirve de repositorio. Resulta complicado encontrar productos alimenticios por menos de dos euros. Intentamos configurarnos un menú con las populares y variadas salchichas, algo del todavía más usual salmón o con las también habituales en esta época bandejas de fresas.

Cascada y setas

Nuestros objetivos de recorrido del día se centran en Juveninkioski y en Synninlukko. La primera se define como una pequeña cascada de acceso escarpado y cortos caminos. Da para bajar y subir con cuidado en unos 20 minutos. Mientras que la segunda consiste en una zona entarimada en medio de un tramo boscoso repleto de setas.

En ambos casos somos los únicos visitantes. Si descontamos la pléyade de mosquitos en el segundo caso. Destacaban en mi mente como uno de los recuerdos más llamativos que tengo de mi recorrido por Finlandia de norte a sur hace ya 28 años. Y los he reencontrado igual de voraces.

Después escapar de ellos con alguna herida de guerra, tratamos de comer en algún local de Jamsa. No obstante, nos encontramos con lo que ya estamos comprobando que supone la tónica habitual en el país; es decir, que la oferta gastronómica se suele limitar a hamburguesas, salchichas y pizzas. Repetitiva y caras, ya que las primeras y las terceras no bajan de 15 euros en su versión más barata. Sí, siempre queda el salmón para quien le guste.

Al final retornamos a nuestra tranquila cabaña para pasar la tarde junto al lago y, ya en el paseo de última hora, toparnos con esas miradas entre zorro y ciervo.

Nuevo día y paseo matutino hacia Jamsa, la localidad que nos sirve de base por su cercanía a nuestro complejo de cabañas, a seis kilómetros de distancia. Camino por la senda para paseantes y ciclistas junto a la carretera.

Nos tomamos con la tranquilidad la jornada. Las poblaciones no abundan y trasladarte en coche a una que no sea un pequeño núcleo de viviendas y que pueda tener algo de interés supone una hora de recorrido en vehículo.


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