Nueva jornada, esta con destino urbano: Tampere, la tercera ciudad en población de Finlandia, que se acerca al cuarto de millón de habitantes. Nos separan de ella algo más de 90 kilómetros, que transitamos alternando sol, nubes y llovizna, como suele pasar en este país, aunque hay que reconocer que los anteriores cuatro días ha predominado el primero, el astro solar.
Tampere responde al modelo de ciudad que estamos viendo en Finlandia: sin centro histórico y con un epicentro comercial práctico y carente de repuntes estéticos. Contemplamos la catedral y, sobre todo, visitamos el Museo del Espía, el primero del mundo dedicado al espionaje.
El anillo de Mata-Hari, todo tipo de cuchillos plegables y los clásicos bastones que esconden una espada, numerosos modelos de micrófonos, uniformes y otras cuestiones prácticas que ayudan a acercarse a ese ámbito nos muestra el museo. En el mismo edificio se halla un café con buena panorámica de la ciudad.
Después de contemplarla, damos un breve paseo por su plaza central y junto al lago alrededor del cual fluctúa y retornamos a nuestra base. Por cierto, hemos comido en el Ikea de la región el habitual y económico menú de albóndigas que contrasta con los elevados precios de las comidas en este país. Si ya lo hace en España, en Finlandia la diferencia resulta bastante más evidente.
Y tras esta visita, la más alejada estos días de nuestra base, retornamos a la acogedora cabaña donde nos hospedamos. Para nuestra sorpresa, las del entorno están ocupadas. Se nota que el fin de semana se halla muy cerca de su inicio.
Después de degustar carne de reno con puré de patatas y mermelada de frambuesa y tomarnos la lluviosa tarde con calma y partida de bolos, llega la hora de descansar para afrontar los 225 kilómetros hasta el aeropuerto de Vantaa y retornar a España. Antes comimos en el lugar más barato que hemos encontrado en este país como restaurante: Ikea. Fuera de allí, te cobran perfectamente ocho euros por un tercio de cerveza.
Como recomendación de última hora, ir con bastante tiempo de antelación al citado aeropuerto. Nosotros estuvimos, y no exagero, una hora de reloj haciendo cola en las múltiples cintas para el control de seguridad.
Puedes leer también mi crónica finlandesa en www.soloqueremosviajar.com pinchando este enlace
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