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sábado, 31 de agosto de 2024

Por el Camino del Salvador (y etapas V y VI en una)


Quinta etapa. Oviedo ya se ve. Desde seis kilómetros antes, entre brumas. No obstante, para llegar hasta ahí ha habido que sufrir. Hoy hemos sumado dos etapas en una: La Pola-Mieres (14 kilómetros) y Mieres-Oviedo (18 kilómetros).

La primera parte resulta más o menos sencilla, en llano, junto al río Caudal. Se nos complica algo porque, por error y porque las flechas amarillas del camino nos llevan hacia allí, tomamos una variante con la senda comida por la vegetación y entre subidas y bajadas. Nuestro karma no nos permite relajación.

A las dos horas y cuarenta y cinco minutos nos plantamos en Mieres. Comemos lo que en Asturias llaman pincho, que para un valenciano se define como un bocadillo mediano. En mi caso, relleno de filete empanado.

A partir de Mieres, se enrevesa. Para empezar, ya llueve. Ascendemos a tres altos. El primero es el de El Puadrón, con cuatro kilómetros de subida por carretera con llovizna que en ocasiones se transforma en chaparrón. Le sigue un descenso entre trechos embarrados, piedras resbaladizas y pendientes pronunciadas.

Parece que nunca terminan las subidas y bajadas en el Camino del Salvador (o de San Salvador). Ni cuando finalmente entramos en Oviedo. En los 32 kilómetros de esta etapa doble no nos hemos cruzado con un solo colega peregrino. Hemos superado casi ocho horas de andadura con apenas un par de pausas de 20 minutos y lluvia pertinaz. El podómetro de mi móvil se elevará por encima de los 55.000 pasos.

Llegamos con ganas enormes de darnos la ducha preceptiva y de salir a comer. Hemos llegado a la meta y nos rendimos al homenaje de ingerir un chuletón.

Por la tarde, misa en la catedral de Oviedo, contemplando su precioso retablo, como peregrino que ha alcanzado su destino. Ya está cerrada la oficina para que nos entreguen la Salvadorana, la acreditación oficial de haber realizado el Camino del Salvador que se comprueba mostrando el pasaporte con los preceptivos cuños en cada etapa. La conseguiremos a la mañana siguiente, antes de retornar a nuestro punto de salida.

El camino este año ha resultado exigente, intenso, retador, y a la vez espectacular, solitario, auténtico y, para quien se sienta motivado por estos calificativos, recomendable.


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