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viernes, 8 de febrero de 2013

Vencer al destino


La aventura de los pioneros, de quienes dieron forma a un país. Por lo menos, desde los esquemas mentales de un europeo. ´La canción de los maoríes´, la segunda parte de la trilogía de Sarah Lark –pseudónimo utilizado por la verdadera autora, una alemana afincada en España que prefiere conservar su anonimato- nos relata los pormenores de la vida en la Isla Sur de Nueva Zelanda. De la Norte apenas nos llega una somera y rápida descripción por el viaje que emprende William Martyn en su formación como comerciante de máquinas de coser.

Si en la primera parte, ´En el país de la nube blanca´, el protagonismo recaía en Gwyneira y Helen, dos británicas que se embarcan rumbo a las antípodas decididas a afrontar un destino diferente al que sus familias y su condición social habían marcado en Gran Bretaña, en ´La canción de los maoríes´ toman el relevo sus nietas –la pelirroja Lainie o Elaine (su nombre cambia según las circunstancias a las que se ve sometida) y Kura maro tini, melómana insaciable transmisora de la cultura maorí.

Varían los personajes y también se produce un cambio de decoración. Pasamos de las praderas de Christchurch y Haldon, donde pastan las ovejas de Kiward Station, a las lluviosas y mineras Westport y Greymouth, del este al oeste, siempre en la Isla Sur. La exploración de tierras en las que poder prosperar provoca ese cambio de ubicación de los personajes.

En cualquier caso, el ritmo del relato no decae. Mantiene el vértigo de la narración de ´En el país de la nube blanca´ y, sobre todo, la transmisión de esa metamorfosis y crecimiento de Nueva Zelanda a lo largo del siglo XIX. Los asentamientos del primero libro ya se convierten en prósperas ciudades en ´La canción de los maoríes´ (Blenheim constituye un perfecto ejemplo).

El lector disfruta y sufre con los avatares de dos familias –la progenie de las herederas- y, a la vez, conoce la cultura maorí y su preservación a pesar de cierto avasallamiento colonizador. Todo ello mientras se enamora de los parajes naturales de Nueva Zelanda, perfectamente recreados en esta magistral obra. 

Pincha este enlace para leer el artículo en la web del diario Las Provincias. En concreto en la sección ´Nos lo hemos leído' .

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