La anulación de la concesión de la licencias de televisión
digital terrestre (TDT) por parte del Tribunal Supremo ratifica el desaguisado
que constituyó ese proceso. En plena bonanza económica y fiebre de inversión
televisiva, aquella decisión política resultó fundamental para muchas empresas
y empresarios. Esteban González Pons, por entonces plenipotenciario conseller
portavoz, protagonizó una rueda de prensa en la que el Consell dictó su
polémico veredicto.
Nos remontamos a los últimos días de diciembre de 2005. A
primera hora de una fría tarde Presidencia de la Generalitat convocó a los
periodistas para anunciarles las 42 concesiones de TDT. Lo hizo basándose en
una aludida baremación que ninguno de los asistentes pudimos jamás comprobar.
La entonces secretaria autonómica de Comunicación, Paula Sánchez de León,
rubricó, con su firma, tal decisión.
Con esa sonrisa aviesa que lo caracteriza, González Pons no
citó, entre la retahíla de adjudicadas, a Valencia TeVe, la más veterana y,
posiblemente, con mayor audiencia, de todas las candidatas presentadas. El
hecho de que tras ella se encontrara Jesús Sánchez Carrascosa, crítico con la
gestión de Camps desde su designación como candidato a presidir la Generalitat,
resultó letal para la citada televisión. Tampoco se hallaba en la relación
Canal 13.
No les importó
El Consell no tuvo en cuenta el esmerado trabajo de sus
empleados ni criterio laboral ni profesional alguno. Se inclinó por otros
hipotéticos proyectos de anodinos nombres basados en parcos informes de un
folio. Por supuesto, algunos de ellos nunca vieron la luz. No importó a
González Pons. Había logrado su objetivo de desmantelar Valencia TeVe. Cierto,
para compensar –o para disimular- Francisco Camps y su gobierno sí realizaron algunas
adjudicaciones basadas en méritos comprobados, como las de Levante TV, Las
Provincias, Popular Televisión o Televalencia, por citar ejemplos.
Transcurridos siete años, el Consell se ve obligado a
adjudicar de nuevo las licencias conminado por una sentencia del Tribunal
Supremo. Las circunstancias han variado ostensiblemente. Nos encontramos en
plena decadencia económica y sin empresarios dispuestos a invertir en
televisiones. El apogeo del medio quedó enterrado. ¿Qué ocurrirá ahora? ¿Quién
pujará? Pronto lo sabremos aunque todo el daño hecho por el camino ya resulta
irreparable.
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