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lunes, 4 de marzo de 2013

Licencias de TDT


La anulación de la concesión de la licencias de televisión digital terrestre (TDT) por parte del Tribunal Supremo ratifica el desaguisado que constituyó ese proceso. En plena bonanza económica y fiebre de inversión televisiva, aquella decisión política resultó fundamental para muchas empresas y empresarios. Esteban González Pons, por entonces plenipotenciario conseller portavoz, protagonizó una rueda de prensa en la que el Consell dictó su polémico veredicto.

Nos remontamos a los últimos días de diciembre de 2005. A primera hora de una fría tarde Presidencia de la Generalitat convocó a los periodistas para anunciarles las 42 concesiones de TDT. Lo hizo basándose en una aludida baremación que ninguno de los asistentes pudimos jamás comprobar. La entonces secretaria autonómica de Comunicación, Paula Sánchez de León, rubricó, con su firma, tal decisión.

Con esa sonrisa aviesa que lo caracteriza, González Pons no citó, entre la retahíla de adjudicadas, a Valencia TeVe, la más veterana y, posiblemente, con mayor audiencia, de todas las candidatas presentadas. El hecho de que tras ella se encontrara Jesús Sánchez Carrascosa, crítico con la gestión de Camps desde su designación como candidato a presidir la Generalitat, resultó letal para la citada televisión. Tampoco se hallaba en la relación Canal 13.

No les importó
El Consell no tuvo en cuenta el esmerado trabajo de sus empleados ni criterio laboral ni profesional alguno. Se inclinó por otros hipotéticos proyectos de anodinos nombres basados en parcos informes de un folio. Por supuesto, algunos de ellos nunca vieron la luz. No importó a González Pons. Había logrado su objetivo de desmantelar Valencia TeVe. Cierto, para compensar –o para disimular- Francisco Camps y su gobierno sí realizaron algunas adjudicaciones basadas en méritos comprobados, como las de Levante TV, Las Provincias, Popular Televisión o Televalencia, por citar ejemplos.

Transcurridos siete años, el Consell se ve obligado a adjudicar de nuevo las licencias conminado por una sentencia del Tribunal Supremo. Las circunstancias han variado ostensiblemente. Nos encontramos en plena decadencia económica y sin empresarios dispuestos a invertir en televisiones. El apogeo del medio quedó enterrado. ¿Qué ocurrirá ahora? ¿Quién pujará? Pronto lo sabremos aunque todo el daño hecho por el camino ya resulta irreparable.

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