Iniciamos una jornada de viaje largo intercalada con visitas relevantes y alguna no tanto. Desde el mar Muerto nos dirigimos hacia Madaba, una ciudad de alrededor de 75.000 habitantes conocida por tener el monte Nebo en su cercanía y el mosaico cartográfico más antiguo descubierto, del siglo VI, en su iglesia de san Jorge. El primero de estos lugares está envuelto entre la leyenda y la historia y, principalmente, las referencias bíblicas que has ido escuchando desde la infancia.
Moisés, su
visión de la conocida como Tierra Prometida para su pueblo en la diáspora, su
muerte...el ascenso al monte Nebo gira en torno a esta circunstancia, a
situarnos en el punto desde el que se supone que el profeta contempló el lugar
donde si iba a instalar la numerosa comitiva que lo acompañaba desde Egipto y
la que se fue sumando en su búsqueda del espacio indicado donde asentarse. Una
panorámica que impresiona más por este relato que por lo que se observa, con la
ciudad de Jericó al frente.
Vista desde el monte Nebo |
También
resulta interesante saber la historia de los franciscanos que han preservado
los diferentes templos allí construidos o que han estado durante siglos
buscando infructuosamente la tumba de Moisés.
A la salida
del recorrido nuestro autobús, por una iniciativa de esas de guía turístico que
da un giro a los acontecimientos, nos para en una fábrica de mosaicos para que
nos expliquen su elaboración artesanal, como dos mil años antes. Nos insiste en
que no es para comprar; no obstante, después del relato de cómo confeccionan,
llega esa larga media hora en la que nos sumergen en una tienda en toda regla,
con el té de obsequio y con el guía sin ninguna prisa por marcharnos.
Al final lo
hacemos rumbo a Madaba, para contemplar el mosaico de la iglesia de San Jorge,
que identifica ciudades, ríos o castillos del siglo VI. En un restaurante
cercano comemos ensalada mentolada, humus de garbanzo, de berenjena y carne de
pollo y ternera, entre otros alimentos.
Al contrario
que en el buffet del hotel del mar Muerto, aquí las mesas están limpias y no
tienes que pedirle a un camarero que quite platos y vasos (entre otras cosas)
de alguna para que quede sitio para comer. Ni reclamarle la cubertería porque
no te la ponen. Igualmente retomamos la carne de cordero y de pollo con un buen
repertorio de ensaladas.
Está todo
oscuro y queda poco más que hacer que medio instalarnos en las casas de madera
acortinadas asentadas en medio del desierto, con sus camas y cuarto de baño.
Todo muy acondicionado. Antes de irnos a dormir nos obsequian con una baile y
unos cánticos beduinos al alrededor de centenar de visitantes que hoy
pernoctaremos en Luxury Camp. En nuestro caso, en las casetas más modestas; en
otros, con ´burbujas´ con terraza vallada. Mañana nos espera recorrido por el
desierto en 4x4 a las ocho de la mañana.
Amanecer en el desierto
A las cinco
y media ya es completamente de día, y a las seis emerge el poderoso astro
solar. Si no te sitúas en el lugar adecuado, te pierdes su aparición, ya que el
hotel se halla repleto de colinas y tienes que buscar un hueco entre ellas para
vislumbrar en la lontananza. O trepar todo lo alto que puedas en alguna de
aquellas, que es por lo que opto. Las rocas están bastante horadadas, por lo
que puedes introducir pies y brazos en numerosos espacios y seguir subiendo.
Desayuno a
las siete, con casi nada dulce para ingerir. Y a las ocho la famosa excursión
en 4x4, sentados en la parte de atrás, abierta, y subiendo y, principalmente,
bajando dunas. Buscando los paisajes con más contrastes de colores (rojo, gris
y marrón) o que recuerdan a escenas de películas filmadas allí, como la Guerra
de las Galaxias. Y con la inevitable parada a tomar té y que intenten venderte
algo en una tienda con, sorprendentemente para nuestra visión europea
occidental, todas las comodidades en medio del desierto.
´Puerta´ que separa el campamento del resto del desierto |
Por cierto,
después de arena lo que más nos rodea, por desgracia, son desperdicios de todo
tipo, principalmente de plásticos: bolsas, botellas, latas..., en cantidades
ingentes vayas donde vayas. Eso mismo observas cuando vas en el autobús por la autovía
del desierto o por la carretera de los Reyes, que cogeremos para ir a Petra.
Una infinitud de arena e inmundicias, con alguna casa perdida y algún camello
suelto.
Retornamos
de la excursión en los 4x4 con el tiempo justo para lavarnos la cara y limpiarnos
parte de la arena que nos ha ido lanzando el vehículo de delante a su paso y
para cargar las maletas en el autobús. Próximo destino: Petra.
Puedes leer también la crónica en www.soloqueremosviajar.com pinchando este enlace
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