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Fran Carrillo, en su intervención de ayer en la UCV |
Más que hablar de su libro,
el asesor de comunicación política y entrenador de discursos Fran Carrillo analizó ayer un fenómeno o una estrategia electoral que está alcanzado su apogeo en España en los últimos días: el populismo. Lo hizo sobre la base de su obra recién editada ´El porqué de los populismos´y en el marco del inicio del
máster en Marketing Político y Comunicación Institucional que organiza cada año la Universidad Católica de Valencia.
"Hoy no existe prudencia política. Se prefiere la ´rufianada´(en alusión al diputado de ERC Gabriel Rufián), la política trending topic, que se hable de lo que dices", resumió casi al final de una intervención que, aunque en general tenía como objetivo el análisis de los populismos, la actualidad la hizo anclar en la situación en Cataluña.
A lo largo de su alocución, Carrillo desgranó las técnicas y tácticas del populismo. "No importa la realidad, ni la verdad. Lo que importa es la proyección que tú des", enfatizó. El asesor político destacó
tres falacias de las que abusa el populismo: "un culpable mayestático (el presidente del gobierno,..., alguien a quien atribuir todos los males), la misericordia (abusar de sentimientos, de lágrimas, de insistir en que "tengo derecho a...") y tomar la parte por el todo (yo soy el pueblo)".
"Lo primero que critican los populistas es el sistema, cuando ellos son hijos del sistema. Se basan en en el parámetro: no importa la verdad; me importa que tú creas lo que yo quiero que creas. En cambio, cuando la realidad de los hechos se impone a la percepción creada, pierde el populista, que siempre busca adormecer conciencias para despertar impulsos. Hemos pasado de la democracia de masas a la democracia de audiencia", añadió.
Halo de modernidad
Fran Carrillo explicó que "
no hay líder populista que gane unas elecciones vendiendo lo bien que está el país", tras lo cual advirtió que "el populismo se estás travistiendo de un halo de modernidad, aunque sea realmente algo trasnochado". También apostilló que "el populismo agarra un concepto y dice que soy yo (o mi partido) quien lo defiende, que es quien mejor defiende los intereses del pueblo. Y pone enfrente al antipueblo, que es aquel que ´fastidia´cada día a los ciudadanos".
Del mismo modo, aludió a la ambigüedad de los populistas. "Yo no me defino pero al otro tengo que definirlo para ofrecer al pueblo un objetivo claro al que atacar y echar la culpa de todos sus males.
El populista quiere que toda decisión que adoptemos sea irracional, emocional. Promueve la sinrazón. Somos más dóciles y persuasibles cuando no pensamos", apuntó.
El director de La Fábrica de Discursos habló igualmente, y con precisión, de "los marcos discursivos diferentes que crea el populismo. El populista no quiere que las frases tengan sentido, sino fuerza. No quiere verte pensar, porque si piensas no actúas". También te presentan "una situación que no tiene marcha atrás, que solo puedes aceptarla". E hizo especial hincapié en la sinécdoque a la que tanto recurren los populistas, a tomar una parte (aunque sea ínfima) por el todo. Por ello repiten sin pestañear y hasta la saciedad "lo que yo digo no lo digo yo, lo dice el pueblo".