20 minutos (31-10-2012). Publicada en pág. 2 |
Una lengua diferente a la propia siempre, si se desconoce o no se habla con fluidez, constituye una barrera. En Valencia la principal sede de la escuela de idiomas añade otros obstáculos. El primero, tan conocido como lamentado, consiste en la escasez de plazas que convierte en afortunado al que consigue una. El segundo, la falta de ascensores públicos para acceder a las diferentes plantas.
El que existe, casi desvencijado, necesita una llave especial para abrirlo y tienen acceso solo los trabajadores. Por tanto, un alumno discapacitado o lesionado debe deslizarse por las escaleras. La sede de Quart de Poblet, más nueva, no dispone tan siquiera rampa en la entrada. El municipio recibió el premio Reina Doña Sofía a la accesibilidad universal aunque, paradójicamente, su escuela de idiomas presenta toda una barrera arquitectónica. Nuestros políticos se han percatado ahora de la importancia de hablar inglés y empiezan a exigirlo a los ciudadanos. Eso sí, entorpecen bastante su enseñanza.