Los partidos políticos saben que los errores que cometan a partir de
ahora quedarán más nítidos en la retina de los votantes. Las elecciones
autonómicas y municipales de mayo de 2015, aunque parezcan lejanas, ya están más
cerca. Los alcaldes que gobiernan, y el PP a nivel autonómico y municipal,
saben que han de empezar a esmerarse.
El primer tramo de mandato, habitualmente relacionado con una etapa de
transición en que los dirigentes institucionales podían permitirse la comodidad
de actuar a ritmo ligero, ya ha transcurrido. Hemos superado el ecuador. Y en
este caso, además, con los municipios esquilmados por la crisis y la nefasta
gestión de muchos gobiernos locales que consideraban el endeudamiento como una
práctica natural y lógica. Al final ese primer periodo no ha resultado, ni
mucho menos, lo confortable de etapas anteriores.
Sin dinero
En todo caso, a partir de ahora la situación comienza a complicarse. Los
ayuntamientos no tienen dinero para inversiones y, animados por la política
asfixiantemente recaudadora del ejecutivo central, se han dedicado a cargar de
impuestos a sus convecinos. Con esas credenciales, difícil lo van a tener
muchos alcaldes para repetir si no cambian.
Por tanto, en estos menos de dos años que restan para mayo de 2015
deberán, con hechos, convencer a los ciudadanos para que les voten y justificar
las medidas acometidas. Y esos hechos pasan por actuaciones concretas y útiles.
No por continuar depauperando a sus vecinos, como ocurre en demasiados casos.
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