El valencianismo vive en plena efervescencia. La reciente irrupción en escena de una serie de personas está contribuyendo a vertebrarlo y a convertirlo en un embrión de alternativas políticas y sociales. Algunos han regresado, otros han ascendido a líderes tras curtirse en papeles secundarios y unos terceros han brotado. Esta columna los perfila a grandes trazos.
Entre la orilla cultural y la política nada Jaume Hurtado. Tras vivir en Argelia y Panamá, ha regresado con fuerza para insuflar impulso a la Accio Nacionalista Valencianista (ANV) de Voro Vendrell. De perfil intelectual, defiende olvidar rencillas del pasado para constituir una pujante fuerza política.
Para ello cuadra agenda con Benjamín Lafarga, presidente de Renovacio Politica (RePo). Capacitado y motivado para liderar un proyecto, expande su iniciativa al ámbito nacional. De momento ya la ha integrado en CAPI, boyante asociación de partidos independientes. Por un carril paralelo transita Raül Cerdà, presidente de Unio. El desencanto experimentado tras convivir con José Manuel Miralles, último dirigente y sepulturero de Unión Valenciana, se rinde ante el romanticismo nacionalista y la ilusión contagiosa del neopolítico que animan a Cerdà.
Carles Choví, de UxV, guía sus pasos por otra senda más centrista. Únicamente lo cito. Como también hago con Agustín Zacarés, nieto del mítico alcalde de Albal de idéntico nombre y apellido. Despunta entre los gestante de Convención Valencianista (CV), una tentativa larvada en la trastienda que se prepara para emerger. CV –y no me refiero a Coalicio Valenciana- merece una columna específica. Y la escribiré en breve.
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