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jueves, 18 de julio de 2013

El legado de Siria


Los imponentes restos de la legendaria ciudad de Palmira
La ciudad nabatea de Palmira, que vivió su apogeo de manera paralela al del Imperio Romano, llegó a contar con 200.000 habitantes. Epicentro de mercaderes y parada en la celebérrima Ruta de la Seda, alcanzó renombre bajo el mando de Zenobia, mujer que logró, durante seis años, resistir el acoso de las legiones romanas hasta que sucumbió ante Aureliano.  Cito únicamente una porción de la imponente historia de Palmira, de ese legado que podemos recrear en los restos del templo de Bel o en las columnas que circundan una extensa vía de 1.200 metros.

Este yacimiento preservado por la aridez de su entorno corre grave riesgo de destrucción. El conflicto civil que asola Siria no se detiene ante los monumentos que se topan en su camino, por mucho Patrimonio de la Humanidad que sean declarados. La desolación que siembra esta guerra puede acabar con la herencia recibida de cientos de generaciones, con el tesoro histórico que nos han ido dejando y que nos ha permitido conocer las vicisitudes de nuestros antepasados.
Tumba de Saladino en Damasco
En la misma tesitura se encuentra el teatro romano de Bursa y las calles aledañas, también de la misma época, o el emblemático castillo del Crac de los Caballeros. O los despampanantes mercados de Alepo y Damasco. O la propia tumba de Saladino. Todo este legado de un valor sentimental y cultural incalculable puede desaparecer físicamente víctima de la barbarie. ¿Quién puede garantizar su preservación? ¿Tan difícil resulta asegurar que las generaciones futuras podrán disfrutar de ese legado como lo hemos hecho nosotros?

¡Qué pena! Siria constituye uno de esos países con un tesoro monumental inmenso, que acogía a un turismo reducido e inquieto, nada masificado. Una nación para recorrer y disfrutar. Por lo menos hasta que comenzó su aniquilación.

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1 comentario:

  1. Realmente una pena... Sentimos muy de cerca el drama sirio, por su gente y también por ese valor cultural indiscutible. Su legado, espiritual, civil, arquitectónico y museístico, es único en el mundo

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