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| Lorenzo Agustí. Foto oficial web Ayuntamiento Paterna |
El alcalde de Paterna, Lorenzo Agustí, ha realizado un gesto
inusual, al que nos tienen muy poco acostumbrados los líderes políticos. Ha
renunciado a un cargo remunerado, de ámbito autonómico, para, según ha
especificado, centrarse en su municipio. Una acción responsable y escasamente
compartida. Quizás marque tendencia.
El presidente de la Diputación, Alfonso Rus, que compagina
su cargo con el de alcalde de Xàtiva y diputado autonómico (puesto en el que
podría haber coincidido con Agustí de no ser por el rechazo de este último al
cargo) ha manifestado su respeto a la decisión del alcalde de Paterna, aunque
ha matizado que él sí que tiene tiempo para ocuparse con la debida dedicación
de todas sus responsabilidades.
Quizás Rus, hiperactivo y polifacético, lo consiga. No
obstante, dudo de que muchos homólogos suyos tengan la misma capacidad. Si
Lorenzo Agustí renuncia porque considera incompatible ejercer de parlamentario
autonómico y dirigir un municipio de poco más de 50.000 habitantes, ¿en qué
situación deja a la alcaldesa de Valencia, Rita Barberá, que desde hace
legislaturas conjuga los dos puestos? Y
en su caso dirige nada menos que la capital autonómica
También el propio presidente de la Generalitat, Alberto
Fabra, inició este mandato ocupando el cargo de primer edil de Castellón. O la
de Alicante, Sonia Castedo, se sentó en las Cortes Valencianas hasta hace
escasos meses.
Si aplicamos la lógica y no consideramos a nuestros
políticos como seres omnipotentes con una capacidad descomunal para el trabajo
y la gestión eficaz –por desgracia, bastantes de ellos no despuntan últimamente
por esas cualidades-, parece evidente que con que ocupen un cargo importante ya
resulta suficiente. Dos o más de la envergadura de un escaño nacional,
autonómico o incluso provincial y una alcaldía de localidades con más de 20.000
habitantes parece muy, pero que muy complicado, compaginarlos con eficiencia.
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