La fiesta del patrón o patrono (que ambos vocablos admite la Real Academia de la Lengua Española para designar al santo titular) de los periodistas, San Francisco de Sales, sirve de punto de encuentro para los profesionales de este gremio. Desde luego, el citado obispo francés del siglo XVI que se dedicó a escribir libros poco – o más bien nada- tiene que ver con la profesión periodística. Y mucho menos con la manera de entenderla desde la segunda mitad del siglo XX. La festividad se ha institucionalizado el 24 de enero de cada año.
Quizás, como explica Venancio Luis Agudo en un documentado artículo publicado en el suplemento Alfa y Omega del diario ABC, haría falta un santo más actual. El autor del artículo alude a Manuel Lozano Garrido, beatificado ya por el papa Benedicto XVI, al que una enfermedad degenerativa destrozó en los años sesenta. A pesar de todo, Lolo –como lo conocían sus numerosos amigos- mantuvo el ánimo y la fuerza para teclear e informar hasta el final de sus días.
En cualquier caso, la Iglesia tiene muchos doctores que sabrán a quién corresponde otorgar ese titulo de patrono. El motivo de esta columna no consiste en hablar de cuestiones teológicas ni en plantear un debate sobre la idoneidad del santo que representa los periodistas. Prefiero aludir a una cuestión más mundana: a la necesidad de esta celebración como punto de encuentro.
La Fundación COSO organiza los festejos en Valencia y coordina a un grupo de entidades profesionales periodísticas, entre las que se encuentran Mujeres Periodistas del Mediterráneo, la Asociación Valenciana de Doctores y Licenciados en Ciencias de la Información o la Asociación Profesional de Periodistas Valencianos, además del CEU San Pablo.
Compañeros difuntos
Compañeros difuntos
Los actos consisten en una misa en honor de los compañeros difuntos y en un evento laico, con lectura de manifiesto, entrega de una distinción y presentación de una exposición fotográfica y, sobre todo, en aquello que suele denominarse ´copetín´, es decir, en un ligero refrigerio en el que los compañeros de profesión, de pasión y de penitencias vocacionales tenemos la oportunidad de intercambiar opiniones.
Aunque pueda parecer lo contrario, por desgracia este tipo de encuentros resultan poco habituales. Por lo tanto, el del día 24 supone una buena oportunidad para cruzarnos, compartir impresiones y preocupaciones, conocernos mejor y tratar de aportarnos soluciones. Desde luego, si cada uno se atrinchera en su lucha profesional y no coincide con otros compañeros pocas posibilidades dispondrá de estar informado de cómo se mueve el mercado e, incluso, de ofertas laborales o de la creación de iniciativas empresariales que le interesen.