Mis últimos artículos en El Periódico de Aquí:
Curro Gan ya lidera la recuperación
Cuando el periodismo sí es noticia: Caparrós y Pérez Rico
Y L´Horta Sud decantó las primarias del PSPV en la provincia de Valencia
Artículo publicado en el número de marzo de El Periódico de Aquí.
Puedes leerlo también en la versión digital pinchando este enlace
La Fundación Comunicando Futuro, con sede en Bilbao y con el objetivo de luchar contra la desinformación, celebra cada año una gala en la que reconoce a profesionales de la información. Este año ha llevado a cabo una distinción especial a los periodistas valencianos por la cobertura de la dana. La Asociación Profesional de Periodistas Valencianos recogió este galardón exaequo, lo que me permitió explicar al auditorio sensaciones y labor de aquellos días aciagos.
Antes, tuvimos entrevista en la cadena SER. Puedes escucharla pinchando este enlace, poco después del minuto 20
En mi intervención ante alumnos y profesores reivindico la importancia del periodismo local.
Mis últimos artículos en El Periódico de Aquí:
La salud mental enciende el debate en el pleno efímero de Diputación de Valencia
Alcachofa frita, rebozada, hervida…o en ensalada. Esta
verdura tiene un especial predicamento, sobre todo en su temporada, la
invernal. En la Comunidad Valenciana destaca por la producción en el campo de
la zona castellonense de Benicarló y su entorno, aunque su cultivo se extiende
progresivamente.
Su uso también se prodiga. Como producto autóctono, se ha
integrado en el proyecto ‘Cuatro estaciones de la terreta’, que desarrolla el
restaurante Mi Cub, ubicado en el céntrico y modernista Mercado de Colón, en
Valencia. Lo ha hecho a modo de tapa estrella de invierno, aunque en un formato
refrescante para esta época, el de ensalada. O más bien el de ensaladilla.
Tras darle unas cuantas vueltas mentales, me compro una
sobrasada. Las vueltas se deben a que ya me hice con una en Palma, por lo que
no tenía claro si adquirir una segunda. Al final me decido por el sí. Soy
bastante aficionado desde niño a este producto y qué mejor que aprovisionarme
en Mallorca. Lo hago al final en una tienda minorista y previo paso por una
bodega, ya que el vino de esta zona tiene especial fama dentro de la isla.
Desde Binissalem nos desplazamos hacia Alaró con la
intención de contemplar su castillo, el principal de los ubicados en esta
porción de la isla. El problema radica en que desde el casco urbano hasta la
fortificación el recorrido en coche se extiende alrededor de media hora.
Demasiado para dedicárselo en días tan cortos y a sabiendas de que de ese castillo
quedan los restos.
La primera parada la hacemos en el casco urbano de Pollença, que da para un paseo por la zona antigua coronada por la iglesia de la Virgen de los Ángeles, con su enorme rosetón y, sobre todo, las llamativas pinturas en su parte superior. Sorprende. El golpe en la rodilla no permite la subida al calvario y sí que induce a buscar una farmacia de guardia donde comprar una crema calmante.
Lo segundo no resulta sencillo. Al ser un día festivo, solamente está de guardia la de Cala San Vicenç, a unos seis kilómetros del núcleo tradicional. Hasta allí nos desplazamos para encontrarnos con que la farmacéutica nos dice que no tiene ninguna de las marcas habituales y sí que nos ofrece como única alternativa otra con cannabis como ingrediente destacado e incluido en su propia denominación, a precio estratosférico. Aprovecha el monopolio farmacéutico en este día.
La cala, pequeña, tiene su encanto e invita a un corto paseo
y a un oteo del mar. Más largo lo hacemos ya en el puerto de Pollença, aunque
las nubes que tapan constantemente los rayos de sol y el viento gélido no
inducen a disfrutar de terrazas. Es la Mallorca invernal. Y el atractivo de
mayor renombre de la isla lo conforman, precisamente, su costa y playas.
Caminamos lo que podemos y comemos en uno de sus locales unas pizzas anodinas.
El pasado 7 de enero me incorporé como director al grupo El Periódico de Aquí, especializado en información comarcal, que ofrece tanto en soporte papel como en digital y que cumple 15 años en este 2025.
Puedes leer la noticia al respecto comunicada por el propio grupo pinchando este enlace
Mallorca siempre da para un nuevo viaje por muy reciente que haya sido el anterior. Los contrastes de la isla propician los descubrimientos y las búsquedas de lugares que escapen de las imágenes estereotipadas. En este caso, ¡qué mejor que una Mallorca invernal en plena sierra de Tramuntana! Y nada de hoteles en el litoral, sino la hospedería del santuario de la Virgen del Lluc como alojamiento.
Antes, eso sí, llega el aterrizaje con la compañía aérea Vueling, el coche de alquiler con Centauro (que te cobran 129 euros de más a devolver si entregas el vehículo con el depósito lleno de gasolina como lo recogiste) y una visita guiada por Palma. De aperitivo, genérica, y con el mercado de l´Olivar como meta con el objetivo de buscar la sobrasada con aspecto más sabroso -no me he podido resistir a la aliteración-.
Chocolate caliente para atenuar el frío que atenaza el cuerpo, espectacular entrada del cortejo de los Reyes Magos que enciende la ilusión, gradas llenas que confortan frente al viento externo… y, sobre todo, espectáculo. Puy du Fou, el parque temático -o viaje en el tiempo, como lo definen sus creadores- que recrea siglos de la historia de España en Toledo, se adentra en la Navidad.
No es época de actuaciones nocturnas, pese a la fama
atractiva de El Sueño de Toledo. El día acorta, el clima en el entorno yermo de
la capital toledana donde se sitúa este complejo -nada de atracciones por las
que lanzarse, solo historia narrada con una didáctica apasionante- anima a
recogerse y a disfrutar de lo mejor lo más protegido posible.
Este viaje tiene como principal objetivo Puy du Fou (en una próxima crónica lo contaremos); no obstante, lo tratamos de aderezar con el máximo de localidades toledanas posibles. Empezamos con Mota del Cuervo. El nombre, de nuevo -ya me pasó años atrás- me hace pensar en el castillo de la Mota, bastante alejado geográficamente, hasta que topo con la cruda realidad.
Además de la silueta de un cuervo en un monolito de la
rotonda que orienta hacia la colina, lo que destacan son los ocho molinos
tradicionales que se elevan en una colina cercana a esta población y hasta
donde subimos. Ganan desde lejos.
Me llega un mensaje mientras espero en la plaza de Los Luceros de Alicante. Cata me comenta que está a cuatro minutos. Yo llevo ya diez esperando por mi bisoñez en estas lides y mi usual afán de puntualidad. Él aparece seis antes de las 17 horas, momento previsto de la partida.
Me saluda cordial. "Ya que has llegado el primero, sube de copiloto", me indica afablemente. Con su porte musculoso y rondando la treintena, señala hacia una chica de unos 25 años que se aproxima y la identifica como otra de las viajeras. "Debe de ser María José", anticipa con acierto.
Casi a la par se acerca Carlos -el cuarto ocupante del vehículo- con su bolsa de viaje y el pelo castaño alborotado. Ya estamos todos listos para salir hacia Valencia en el Mercedes Coupé gris metalizado de Cata. Impoluto por fuera y por dentro. Digno de un Super Driver, como lo califica Blablacar, la web que agrupa pasajeros y conductores de vehículos privados. 170 viajes compartidos ha dirigido -no solo conducido- Cata.
Tercer día. Esta vez no hay lluvia, aunque el frío se mantiene como fiel compañero. Me bajo la aplicación de Bolt para reservar un coche con conductor que me traslade al aeropuerto al día siguiente. Y, sin más, me desplazo hasta el punto de inicio del recorrido contratado con Civitatis- que en Varsovia subcontrata a Walkative- por el gueto judío, el más grande de los ideados de manera macabra por los nazis durante la II Guerra Mundial.
El recorrido, sin ver mucho porque la mayoría de edificios fueron demolidos en el epílogo del conflicto bélico, permite sentir a flor de piel el sufrimiento de lo ocurrido. Para ello hace falta un buen narrador como el polaco de nombre francés y perfecto acento español Stephane. Intentamos comprender la situación de casi medio millón de personas hacinadas en poco más de tres kilómetros cuadrados y tratando de sobrevivir con una alimentación calórica que en el peor de los casos llegaba a una décima parte de la que necesita un adulto en un día.
En tiempos convulsos, oscuros y complicados se valoran más los rayos de luz. El doctor Jose Hoyo Rodrigo ha presidido, un año más, la gala de premios de la Academia internacional de Ciencias, Tecnología, Educación y Humanidades., un evento luminoso que reúne a numerosas personalidades sociales valencianas.
Fin de una etapa laboral intensa, exigente y marcada por la tragedia que hemos vivido en la provincia de Valencia. He hecho lo que he podido -y bastante menos de lo que me hubiera gustado- en medio de unas circunstancias extraordinariamente desgarradoras y con poco margen de maniobra y tiempo.
Por la puerta que entré a principios de septiembre de Conselleria de Justicia e Interior salgo ahora, bien avanzado noviembre, con la sensación de haber acumulado en unos pocos meses las sensaciones, experiencias y emociones de años. (¡Qué lejos parece quedar aquella noticia! https://valenciaplaza.com/camarero-pradas-y-mompo-estrenan-jefes-de-prensa) Y de haber generado unos lazos invisibles y duraderos con personas de una enorme calidad humana.Un día más, un año más. Cuando un conocido chino me profetizó, en febrero y basándose en diferentes parámetros como mi fecha o lugar de nacimiento, que este sería un año de cambios para mi, no le di mayor importancia. No soy de los que quiere saber ya su futuro. Todo llegará.
Amanecer lluvioso y tempranero. A las siete ya es de día, aunque el hecho de que lo sea no motiva en exceso, por el frío y el agua que cae, a salir a la calle. Visita guiada a las 10,30 con salida bajo la estatua de Nicolás Copérnico, el visionario de la teoría heliocentrista nacido en Polonia. Desde ahí pasamos junto a la iglesia que preserva el corazón del icono musical de Varsovia, Chopin, entramos en la biblioteca universitaria y continuamos por el antiguo Camino – o ruta- Real hacia la estatua de Segismundo, el rey de la dinastía sueca Vasa que adjudicó la capitalidad a la ciudad.
El vaho que emana de mi boca al exhalar me avisa que el tiempo ha cambiado, que esto no es Valencia. En efecto, acabo de aterrizar en el aeropuerto Frédéric Chopin, en Varsovia, y desciendo por la escalinata del avión de la compañía Wizzair que ha llegado con media hora de antelación a la capital polaca.
El recorrido por las instalaciones aeronáuticas bautizadas
con el nombre del célebre compositor de origen polaco aunque fallecido en París
se me hace corto y con rapidez me planto en su salida y, justo frente a ella,
en las paradas de autobuses de línea.
El que me traslada al centro es el 175. El billete lo compro
en la máquina expendedora situada junto a las señales con los números de cada
transporte y lo pago con tarjeta de débito. No me hace falta moneda local ni,
en este caso, descargar la aplicación para transporte urbano. Mientras espero,
trato de aprender a pronunciar la palabra csezc, que significa hola. La repito
durante algunos segundos ante la sonrisa asertiva de una autóctona.
¿Cuántas Valencias hay por el mundo? La última que he descubierto ha sido la de La Palma
Puedes leer este artículo en el número 60, VII año, de El Periódico de Aquí