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miércoles, 10 de abril de 2013

Devoción

“Que vivan tranquilos. Mi protección no les faltará jamás”. Esta sentencia, atribuida a San Vicente Ferrer, parecía saciar el espíritu de Javier Doménech, presidente del altar vicentino de la plaza de El Tossal, en los solemnes actos de esta festividad que tuvieron lugar el pasado lunes. Su padre, Salvador Doménech, otro insigne vicentino, había fallecido únicamente unas horas antes. Sus restos mortales todavía reposaban en el tanatorio municipal.
Conservando la calma y haciendo de tripas corazón decidió cumplir un deseo inquebrantable de su progenitor: honrar al santo valenciano. Su mente repasaba la inagotable recopilación de recuerdos con Salvador; su cuerpo participaba en la procesión que recorría la ciudad. La solemnidad y el fervor que caracterizan estos actos adquirían su máxima expresión en el presidente del altar de El Tossal, el más laureado de la capital.
“Que conserven y prediquen las enseñanzas que les di. En todas sus tribulaciones, en todas sus desgracias, yo intercederé por ellos”… Las palabras de San Vicente resonaban en el interior de Javier Doménech. Su padre le legó la devoción por el santo; ahora él la transmite a sus hijos. Así es  la vida.

Columna ampliada y publicada -en versión reducida- en el diario 20 minutos.
Pincha este enlace para leerla en la página 2 del periódico de hoy.

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