Nuevo día, último completo en la Tramuntana. Vamos a tratar de aprovecharlo. Para empezar, después de pasear por el entorno del santuario y desayunar, nos dirigimos a Binissalem. Como cada viernes, hay mercado semanal ambulante de alimentación, plantas y ropa. Se ubica en la plaza local de la Iglesia, en el amplio entorno del templo parroquial.
Tras darle unas cuantas vueltas mentales, me compro una
sobrasada. Las vueltas se deben a que ya me hice con una en Palma, por lo que
no tenía claro si adquirir una segunda. Al final me decido por el sí. Soy
bastante aficionado desde niño a este producto y qué mejor que aprovisionarme
en Mallorca. Lo hago al final en una tienda minorista y previo paso por una
bodega, ya que el vino de esta zona tiene especial fama dentro de la isla.
Desde Binissalem nos desplazamos hacia Alaró con la
intención de contemplar su castillo, el principal de los ubicados en esta
porción de la isla. El problema radica en que desde el casco urbano hasta la
fortificación el recorrido en coche se extiende alrededor de media hora.
Demasiado para dedicárselo en días tan cortos y a sabiendas de que de ese castillo
quedan los restos.