Miguel de Cervantes, y más en concreto el personaje que creó y denominó,
tras el título de bachiller, Sansón Carrasco, tiene la patente de la expresión
popular ´Segundas partes nunca fueron buenas´. En el caso del prolífico escrito
Ken Follet, sí lo llegan a ser, aunque, desde luego, quedan bastante alejadas
de la cuasi perfección de las primeras.
´Un mundo sin fin´, la muy esperada secuela de la reverenciada ´Los
pilares de la tierra´, ya decepcionó comparativamente. Es decir, la obra, de
manera indiscutible, tiene rango de notable, pero no alcanza la matrícula del
libro que se ha convertido en imprescindible para varias generaciones, sobre
todo de arquitectos.
Con ´El invierno del mundo´ocurre otro tanto de lo mismo respecto a ´La
caída de los gigantes´. Follet afronta la pantagruélica tarea de reproducir,
con la base de personajes ficticios que bien pudieron ser reales, los
prolegómenos y, principalmente, los dislates de la Segunda Guerra Mundial. Recurre
a los hijos y sobrinos de los protagonistas de la citada ´La caída de los
gigantes´, que abarca la primera porción del siglo XX, con el derrocamiento del
zar en Rusia, el apogeo del comunismo, la amergencia de Estados Unidos y la
Primera Guerra Mundial.
Portada web Las Provincias (09-07-2013) |